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La perdida de realidad en la neurosis
yen la psicosis“ 1924
Ya en un trabajo reciente, expusimos como uno de los
caracteres diferenciales entre la neurosis y la psicosis, el
hecho de que en la primera, reprime el Yo, obediente a
las exigencias de la realidad, una parte del Ello (de la vida
instintiva) mientras que en la psicosis, el mismo Yo, de-
pendiente ahora del Ello, se retrae de una parte de la rea-
lidad. Asi, pues, en la neurosis, dominaria el influjo de la
realidad y en la psicosis, el del Ello. La perdida de rea-
lidad seria un fenömeno caracteristico de la psicosis y aje-
no, en cambio, a la neurosis.Sin embargo, estas conclusiones no parecen concilia-
bles con la observaciön de que toda neurosis perturba en
algün modo la relaciön del enfermo con la realidad, cons-.
tituyendo, para &l, un medio de retraerse de ella y un re-
fugio al que ampararse, huyendo de las dificultades de la
vida real. Esta contradicciön parece espinosa, pero es
muy fäcil de resolver y su soluciön ha de fomentar consi-
derablemente nuestra comprensiön de la neurosis,Tal contradicciön subsiste, en efecto, solamente, mien-
tras nos limitamos a considerar la situaciön inicial de la
neurosis, en la cual el Yo lleva a cabo la represiön de una
tendencia instintiva, obedeciendo a los dictados de la rea-
lidad. Pero esto no es-todavia la neurosis misma. Esta
consiste, mäs bien, en los procesos que aportan una com-_- 11—
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pensaciön a la parte perjudicada del Ello, esto es, en la
reacciön contra la represiön y en su fracaso. El relajamien-
to de la relaciön con la realidad es, luego, la consecuencia
de este segundo paso en la producciön de la neurosis y no
habriamos de extrafiar que la investigaciön nos descubrie-
se que la perdida de realidad recae precisamente sobre
aquella parte de realidad a cuya demanda fu& iniciada la
represiön.Asi, pues, la genesis caracteristica de la neurosis, &
consecuencia de una represiön fracasada, no es nada
nuevo. Siempre lo hemos afirmado ast, y sölo la nueva re-
laciön de este postulado con nuestro tema actual nos ha
llevado a repetirlo.La misma apariencia de contradicciön surge con inten-
sidad mucho mayor cuando se trata de una neurosis cuya
motivaciön ocasional («la escena traumätica») nos es CO"
nocida y en la que podemos ver cömo el sujeto Se aparta
de tal suceso y lo abandona a la amnesia. Recordar& aqui,
como ejemplo, un caso analizado por mi hace ya muchos
afios (1), en el cual la sujeto, una muchacha enamorada de
su cunado, quedö sobrecogida ante el lecho mortuorio de
su hermana, por la idea de que el hombre amado estaba ya
libre y podia casarse con ella. Esta escena fue olvidada en„el acto, y con ello quedö iniciado el proceso de regresiön
que condujo a la dolencia histerica. Pero precisamente
aqui resulta muy instructivo ver pof qu& caminos intenta
la neurosis resolver el confliceto. Anula por completo la
modificaciön de las circunstancias reales, reprimiendo el
instinto de que se trataba, 0 sea el amor de la muchacha
a su cunado. La reacciön psicötica hubiera consistido en
‚negar el hecho real de la muerte de la hermana.Podria, ahora, esperarse, que en la genesis de la psi-
.cosis se desarrollase algo parecido al proceso que tiene
_—_—(1) Vease.«La histeria>, tomo X, de esta ediciön castellana. -
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efecto en la neurosis, aunque, naturalmente, entre otras
instancias. Esto es, que tambien en la psicosis se hiciesen
visibles dos avances, el primero de los cuales arrancaria
al Yo de la realidad, mientras que el segundo tenderia a
enmendar el dafio y restablecerfa, a costa del Ello, la rela-
ciön con la realidad. Y, efectivamente, observamos en la
psicosis algo anälogo; dos avances, el segundo de los cua-
les tiene un caräcter de reparaciön, pero luego, la analogia
se convierte en una coincidencia mucho mäs amplia de los
procesos. EI segundo avance de la psicosis tiende tambien
acompensar la p&rdida de realidad, pero no a costa de
una limitaciön del Yo, como en la neurosis a costa de la
relaciön con la realidad, sino por otro camino, mucho mäs
independiente, esto es, mediante la creaciön de una nueva
realidad, exenta de los motivos de disgusto que la anterior
ofrecfa, Asi, pues, este segundo avance obedece en la
neurosis y en la psicosis, a la misma tendencia, aparecien-
do en ambos casos al servicio de las aspiraciones de po-
der del Ello, que no se deja dominar por la realidad. En
consecuencia, tanto la neurosis como la psicosis, son ex-
presiön de la rebeldia del Ello contra el mundo exterior, o
sise quiere, de su incapacidad para adaptarse a la realidad,
diferenciändose mucho mäs entre si en la primera reacciön
inicial que en la tentativa de reparaciön a ella consecutiva.Esta diferencia inicial se refleja luego en el resultado:
En la neurosis se evita, como huyendo de &l, un trozo de
la realidad, que en la psicosis es elaborado y transforma-
do, En la psicosis, a la fuga inicial, sigue una fase activa
de transformaciön, y en la neurosis, a la obediencia inicial,
una ulterior tentativa de fuga. O dicho de otro modo: la
neurosis no niega la realidad, se limita a no querer saber
nada de ella. La psicosis la niega e intenta sustituirla. Lla-
mamos normal 0 «sana» una conducta que reune determi-
nados caracteres de ambas reacciones, esto es, que no nie-
ga la realidad, al igual de la neurosis, pero se esfuerza en_ 275 — 18
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transformarla, como la psicosis. Esta conducta normal y
adecuada conduce naturalmente a una labor manifiesta so-
bre el mundo exterior y no se contenta, como en la psico-
sis, con la producciön de modificaciones internas; no es
autoplästica, sino aloplästica.En la psicosis, la elaboraciön modificadora de la reali-
dad recae sobre las cristalizaciones psiquicas de la relaciön
mantenida hasta entonces con ella, esto es, sobre las hue-
Ilas mnemicas, las representaciones y los juicios tomados
hasta entonces de ella y que la representaban en la vida
animica. Pero esta relaciön no constitufa algo fijo e inmu-
table, sino que era transformada y enriquecida de continuo
por nuevas percepciones. De este modo, se plantea tam-
bien a la psicosis la tarea de procurarse aquellas percep-
ciones que habrian de corresponder a la nueva realidad,
consigui&ndolo por medio de la alucinaciön. Si los recuer-
dos falsos, los delirios y las alucinaciones muestran un ca-
räcter tan penoso en tantas formas y casos de psicosis y
aparecen acompafiados de angustia, habremos de ver en
ello un indicio de que todo el proceso de transformaciön se
realiza contra la intensa oposiciön de poderosas energias.
Podemos representarnos el proceso conforme al modelo de
las neurosis, que nos es mäs conocido. En las neurosis,
vemos surgir una reacciön de angustia cada vez que el ins-
tinto reprimido trata de llegar a la conciencia, y observa-
mos‘que el resultado del conflicto no es, a pesar de todo,
mäs que una transacciön, absolutamente insuficiente como
satisfaceiön. En la psicosis, el trozo de realidad rechazado
trata probablemente de imponerse de continuo a la vida
animica, como en la neurosis el instinto reprimido, y por
esta razön surgen, en ambos casos, las mismas consecuen-
cias. La discusiön de los diversos mecanismos que han de
Hevar a cabo en la psicosis, el apartamiento de la realidad
y. la construcciön de otra distinta, constituye una labor,
atın intacta, de la psiquiatria especial.1 —
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Existe, pues, entre la neurosis y la psicosis, una nueva
analogia, consistente en que ambas fracasan parcialmente
en la labor emprendida en su segundo avance, pues ni el
instinto reprimido puede procurarse una sustitueiön com-
pleta (neurosis), ni la representaciön de la realidad se deja
fundir en las formas satisfactorias. Pero el acento carga, en
cada una, en un lugar distinto. En la psicosis, el acento
carga exclusivamente sobre el primer avance, patolögico
ya de por 'si y que sölo puede conducir a la enfermedad, y
en cambio, en la neurosis, sobre el segundo, sobre el fra-
caso de la represiön, mientras que el primero puede pro-
ducirse y en realidad se ha producido innumerables veces,
dentro de la salud, aunque no sin dejar tras de si seniales
del esfuerzo psiquico exigido. Estas diferencias,.y quizä
otras muchas, son consecuencias de la diversidad töpica
en el desenlace del conflicto patögeno, segün que el Yo
haya cedido en El a su adhesiön al mundo real o a su de-
pendencia del Ello.La neurosis se limita regularmente a evitar el fragmen-
to de realidad de que se trate y protegerse contra todo en-
cuentro con €. Pero la precisa diferencia entre la neuro-
sis y la psicosis queda mitigada por el hecho de que tam-
poco en la neurosis faltan las tentativas de sustituir la
realidad indeseada por otra mäs conforme a los deseos del
sujeto. Semejante posibilidad es facilitada por la existencia
del mundo de la fantasfa, un dominio que al tiempo de la
instauraciön del principio de la realidad quedö separado
del mundo exterior, siendo mantenido aparte, desde en-
tonces, como una especie de «atenuaciön> de las exigen-
cias de la vida, y aunque no resulta inasequible al Yo, sölo
conserva con &] una relaciön muy laxa. De este mundo de
la fantasfa extrae la neurosis el material para sus nuevos
productos optativos, halländolo en €] por medio de lare-
gresiön a &pocas reales anteriores mäs satisfactorias.Tambien en la psicosis desempefia seguramente el
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mundo de la fantasia este mismo papel, constituyendo
tambi6n el almacen del que son extraidos los materiales
para la construcciön de la nueva realidad. Pero el nuevo
mundo exterior fantästico de la psicosis quiere sustituirse
a la realidad exterior, mientras que el de la neurosis gusta
de apoyarse, como los juegos infantiles, en un trozo de la
realidad—en un fragmento de la realidad distinto de aquel
contra el cual tuvo que defenderse—y le presta una signi-
ficaciön especial y un sentido oculto al que calificamos de
«simbölico>, aunque NO siempre con plena exactitud. Re-
sulta, pues, que en ambas afecciones, la neurosis y la psi-
cosis, se desarrolla, no sölo una perd idader eali-
dad, sino tambien una sustituciön de rea-
lidad.- 16 —
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