La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis 1924-004/1930.es
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    La perdida de realidad en la neurosis
    yen la psicosis

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    Ya en un trabajo reciente, expusimos como uno de los
    caracteres diferenciales entre la neurosis y la psicosis, el
    hecho de que en la primera, reprime el Yo, obediente a
    las exigencias de la realidad, una parte del Ello (de la vida
    instintiva) mientras que en la psicosis, el mismo Yo, de-
    pendiente ahora del Ello, se retrae de una parte de la rea-
    lidad. Asi, pues, en la neurosis, dominaria el influjo de la
    realidad y en la psicosis, el del Ello. La perdida de rea-
    lidad seria un fenömeno caracteristico de la psicosis y aje-
    no, en cambio, a la neurosis.

    Sin embargo, estas conclusiones no parecen concilia-
    bles con la observaciön de que toda neurosis perturba en
    algün modo la relaciön del enfermo con la realidad, cons-.
    tituyendo, para &l, un medio de retraerse de ella y un re-
    fugio al que ampararse, huyendo de las dificultades de la
    vida real. Esta contradicciön parece espinosa, pero es
    muy fäcil de resolver y su soluciön ha de fomentar consi-
    derablemente nuestra comprensiön de la neurosis,

    Tal contradicciön subsiste, en efecto, solamente, mien-
    tras nos limitamos a considerar la situaciön inicial de la
    neurosis, en la cual el Yo lleva a cabo la represiön de una
    tendencia instintiva, obedeciendo a los dictados de la rea-
    lidad. Pero esto no es-todavia la neurosis misma. Esta
    consiste, mäs bien, en los procesos que aportan una com-

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    pensaciön a la parte perjudicada del Ello, esto es, en la

    reacciön contra la represiön y en su fracaso. El relajamien-
    to de la relaciön con la realidad es, luego, la consecuencia
    de este segundo paso en la producciön de la neurosis y no
    habriamos de extrafiar que la investigaciön nos descubrie-
    se que la perdida de realidad recae precisamente sobre
    aquella parte de realidad a cuya demanda fu& iniciada la
    represiön.

    Asi, pues, la genesis caracteristica de la neurosis, &
    consecuencia de una represiön fracasada, no es nada
    nuevo. Siempre lo hemos afirmado ast, y sölo la nueva re-
    laciön de este postulado con nuestro tema actual nos ha
    llevado a repetirlo.

    La misma apariencia de contradicciön surge con inten-
    sidad mucho mayor cuando se trata de una neurosis cuya
    motivaciön ocasional («la escena traumätica») nos es CO"
    nocida y en la que podemos ver cömo el sujeto Se aparta
    de tal suceso y lo abandona a la amnesia. Recordar& aqui,
    como ejemplo, un caso analizado por mi hace ya muchos
    afios (1), en el cual la sujeto, una muchacha enamorada de
    su cunado, quedö sobrecogida ante el lecho mortuorio de
    su hermana, por la idea de que el hombre amado estaba ya
    libre y podia casarse con ella. Esta escena fue olvidada en

    „el acto, y con ello quedö iniciado el proceso de regresiön
    que condujo a la dolencia histerica. Pero precisamente
    aqui resulta muy instructivo ver pof qu& caminos intenta
    la neurosis resolver el confliceto. Anula por completo la
    modificaciön de las circunstancias reales, reprimiendo el
    instinto de que se trataba, 0 sea el amor de la muchacha
    a su cunado. La reacciön psicötica hubiera consistido en
    ‚negar el hecho real de la muerte de la hermana.

    Podria, ahora, esperarse, que en la genesis de la psi-
    .cosis se desarrollase algo parecido al proceso que tiene
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    (1) Vease.«La histeria>, tomo X, de esta ediciön castellana. -

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    efecto en la neurosis, aunque, naturalmente, entre otras
    instancias. Esto es, que tambien en la psicosis se hiciesen
    visibles dos avances, el primero de los cuales arrancaria
    al Yo de la realidad, mientras que el segundo tenderia a
    enmendar el dafio y restablecerfa, a costa del Ello, la rela-
    ciön con la realidad. Y, efectivamente, observamos en la
    psicosis algo anälogo; dos avances, el segundo de los cua-
    les tiene un caräcter de reparaciön, pero luego, la analogia
    se convierte en una coincidencia mucho mäs amplia de los
    procesos. EI segundo avance de la psicosis tiende tambien
    acompensar la p&rdida de realidad, pero no a costa de
    una limitaciön del Yo, como en la neurosis a costa de la
    relaciön con la realidad, sino por otro camino, mucho mäs
    independiente, esto es, mediante la creaciön de una nueva
    realidad, exenta de los motivos de disgusto que la anterior
    ofrecfa, Asi, pues, este segundo avance obedece en la
    neurosis y en la psicosis, a la misma tendencia, aparecien-
    do en ambos casos al servicio de las aspiraciones de po-
    der del Ello, que no se deja dominar por la realidad. En
    consecuencia, tanto la neurosis como la psicosis, son ex-
    presiön de la rebeldia del Ello contra el mundo exterior, o
    sise quiere, de su incapacidad para adaptarse a la realidad,
    diferenciändose mucho mäs entre si en la primera reacciön
    inicial que en la tentativa de reparaciön a ella consecutiva.

    Esta diferencia inicial se refleja luego en el resultado:
    En la neurosis se evita, como huyendo de &l, un trozo de
    la realidad, que en la psicosis es elaborado y transforma-
    do, En la psicosis, a la fuga inicial, sigue una fase activa
    de transformaciön, y en la neurosis, a la obediencia inicial,
    una ulterior tentativa de fuga. O dicho de otro modo: la
    neurosis no niega la realidad, se limita a no querer saber
    nada de ella. La psicosis la niega e intenta sustituirla. Lla-
    mamos normal 0 «sana» una conducta que reune determi-
    nados caracteres de ambas reacciones, esto es, que no nie-
    ga la realidad, al igual de la neurosis, pero se esfuerza en

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    transformarla, como la psicosis. Esta conducta normal y
    adecuada conduce naturalmente a una labor manifiesta so-
    bre el mundo exterior y no se contenta, como en la psico-
    sis, con la producciön de modificaciones internas; no es
    autoplästica, sino aloplästica.

    En la psicosis, la elaboraciön modificadora de la reali-
    dad recae sobre las cristalizaciones psiquicas de la relaciön
    mantenida hasta entonces con ella, esto es, sobre las hue-
    Ilas mnemicas, las representaciones y los juicios tomados
    hasta entonces de ella y que la representaban en la vida
    animica. Pero esta relaciön no constitufa algo fijo e inmu-
    table, sino que era transformada y enriquecida de continuo
    por nuevas percepciones. De este modo, se plantea tam-
    bien a la psicosis la tarea de procurarse aquellas percep-
    ciones que habrian de corresponder a la nueva realidad,
    consigui&ndolo por medio de la alucinaciön. Si los recuer-
    dos falsos, los delirios y las alucinaciones muestran un ca-
    räcter tan penoso en tantas formas y casos de psicosis y
    aparecen acompafiados de angustia, habremos de ver en
    ello un indicio de que todo el proceso de transformaciön se
    realiza contra la intensa oposiciön de poderosas energias.
    Podemos representarnos el proceso conforme al modelo de
    las neurosis, que nos es mäs conocido. En las neurosis,
    vemos surgir una reacciön de angustia cada vez que el ins-
    tinto reprimido trata de llegar a la conciencia, y observa-
    mos‘que el resultado del conflicto no es, a pesar de todo,
    mäs que una transacciön, absolutamente insuficiente como
    satisfaceiön. En la psicosis, el trozo de realidad rechazado
    trata probablemente de imponerse de continuo a la vida
    animica, como en la neurosis el instinto reprimido, y por
    esta razön surgen, en ambos casos, las mismas consecuen-
    cias. La discusiön de los diversos mecanismos que han de
    Hevar a cabo en la psicosis, el apartamiento de la realidad
    y. la construcciön de otra distinta, constituye una labor,
    atın intacta, de la psiquiatria especial.

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    Existe, pues, entre la neurosis y la psicosis, una nueva
    analogia, consistente en que ambas fracasan parcialmente
    en la labor emprendida en su segundo avance, pues ni el
    instinto reprimido puede procurarse una sustitueiön com-
    pleta (neurosis), ni la representaciön de la realidad se deja
    fundir en las formas satisfactorias. Pero el acento carga, en
    cada una, en un lugar distinto. En la psicosis, el acento
    carga exclusivamente sobre el primer avance, patolögico
    ya de por 'si y que sölo puede conducir a la enfermedad, y
    en cambio, en la neurosis, sobre el segundo, sobre el fra-
    caso de la represiön, mientras que el primero puede pro-
    ducirse y en realidad se ha producido innumerables veces,
    dentro de la salud, aunque no sin dejar tras de si seniales
    del esfuerzo psiquico exigido. Estas diferencias,.y quizä
    otras muchas, son consecuencias de la diversidad töpica
    en el desenlace del conflicto patögeno, segün que el Yo
    haya cedido en El a su adhesiön al mundo real o a su de-
    pendencia del Ello.

    La neurosis se limita regularmente a evitar el fragmen-
    to de realidad de que se trate y protegerse contra todo en-
    cuentro con €. Pero la precisa diferencia entre la neuro-
    sis y la psicosis queda mitigada por el hecho de que tam-
    poco en la neurosis faltan las tentativas de sustituir la
    realidad indeseada por otra mäs conforme a los deseos del
    sujeto. Semejante posibilidad es facilitada por la existencia
    del mundo de la fantasfa, un dominio que al tiempo de la
    instauraciön del principio de la realidad quedö separado
    del mundo exterior, siendo mantenido aparte, desde en-
    tonces, como una especie de «atenuaciön> de las exigen-
    cias de la vida, y aunque no resulta inasequible al Yo, sölo
    conserva con &] una relaciön muy laxa. De este mundo de
    la fantasfa extrae la neurosis el material para sus nuevos
    productos optativos, halländolo en €] por medio de lare-
    gresiön a &pocas reales anteriores mäs satisfactorias.

    Tambien en la psicosis desempefia seguramente el

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    mundo de la fantasia este mismo papel, constituyendo
    tambi6n el almacen del que son extraidos los materiales
    para la construcciön de la nueva realidad. Pero el nuevo
    mundo exterior fantästico de la psicosis quiere sustituirse
    a la realidad exterior, mientras que el de la neurosis gusta
    de apoyarse, como los juegos infantiles, en un trozo de la
    realidad—en un fragmento de la realidad distinto de aquel
    contra el cual tuvo que defenderse—y le presta una signi-
    ficaciön especial y un sentido oculto al que calificamos de
    «simbölico>, aunque NO siempre con plena exactitud. Re-
    sulta, pues, que en ambas afecciones, la neurosis y la psi-
    cosis, se desarrolla, no sölo una perd idader eali-
    dad, sino tambien una sustituciön de rea-
    lidad.

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