S.
Recuerdo, repeticiön y elaboraciön
1914
No me parece inütil recordar una y otra vez a los estu-
diosos las profundas modificaciones experimentadas por la
t£cnica psicoanalitica desde sus primeros comienzos. Al
principio, en la fase de la catarsis de Breuer, atendiamos
directamente a la genesis de los sintomas y orientäbamos
toda nuestra labor hacia la reproducciön de los procesos
psiquicos de aquella situaciön inicial, para conseguir su
derivaciön por medio de la actividad consciente. El recuer-
do y la derivaciön por reacciön eran los fines a los que en-
tonces tendiamos con ayuda del estado hipnötico. Mäs
tarde, cuando renunciamos a la hipnosis, se nos planteö la
labor de deducir de las ocurrencias espontäneas del anali-
zado, aquello que no consegufa recordar. La resistencia
habia de ser burlada por la interpretaciön y la comunica-
ciön de sus resultados al enfermo. Conservamos, pues, la
orientaciön primitiva de nuestra labor hacia las situaciones
en las que surgieron los sintomas por vez primera y hacia
aquellas otras que ibamos descubriendo deträs del momen-
to en que emergiö la enfermedad, pero abandonamos la
derivaciön por reacciön, sustituy&ndola por la labor que el
enfermo habia de llevar a cabo para dominar la critica
contra sus asociaciones, en observancia de la regla psico-
analitica fundamental que le era impuesta. Por ültimo,
quedö estructurada la consecuente t&cnica actual, en la
cual prescindimos de una orientaciön fija hacia un factor o— 174 —
S.
TECNICA DE LA PSICOANALISIS
un problema determinado, nos contentamos con estudiar
la superficie psiquica del paciente y utilizamos la interpre-
taciön para descubrir las resistencias que en ella emergen
y comunicärselas al analizado. Se establece entonces una
nueva divisiön del trabajo: EI medico revela al enfermo,
resistencias que el mismo desconoce, y una vez vencidas
&stas, el sujeto relata sin esfuerzo algung las situaciones
y relaciones olvidadas. Naturalmente, el fin de estas t&c-
nicas ha permanecido siendo el mismo: Descriptivamente,
la supresiön de las lagunas del recuerdo; dinämicamente,
el vencimiento de las resistencias de la represiön.Debemos conservar agradecimiento a la antigua t&cni-
ca hipnötica por habernos presentado aislados y esquema-
tizados los distintos procedimientos psiquicos del anälisis.
Sölo asi hemos podido arriesgarnos, luego, a crear situa-
ciones complicadas en el anälisis, sin que el mismo per-
diera para nosotros su transparencia.La evocaciön de los recuerdos no suscitaba grandes
dificultades en el tratamiento hipnötico primitivo. EI pa-
ciente se transferia a una situaciön anterior, que no pare-
cia confundir nunca con la actual, comunicaba los procesos
psiquicos a ella correspondientes, en cuanto los mismos
habian permanecido normales, y afiadia todo lo que podia
resultar de la traducciön a lo consciente de los procesos
inconscientes entonces.Enlazare aqui algunas observaciones que todo analiti-
co habrä podido comprebar präcticamente. EI olvido de
impresiones, escenas y sucesos se reduce casi siempre a
una «retenciön» de los mismos. Cuando el paciente habla
de este material «olvidado», rara vez deja de afiadir: «En
realidad, siempre he sabido perfectamente, todas estas co-
sas; lo que pasa es que nunca me he detenido a pensar en
ellas», y muchas veces, se manifiesta defraudado porque
no se le ocurren suficientes cosas que pueda reconocer
como «olvidadas> y en las que no ha vuelto a pensar des-— 155 —
S.
PROF. SS. FRE .UD
de que sucedieron. Este deseo queda a veces cumplido,
sobre todo en las histerias de conversiön. El «olvido>
queda nuevamente restringido por la existencia de recuer-
dos encubridores. En algunos casos, he experimentado la
impresiön de que la amnesia infantil, tan importante para
nuesira teoria, es totalmente compensada por los recuer-
dos encubridores. En &stos, no se conserva üinicamente
una parte de nuestra vida infantil, sino todo lo que en
ella tuvo importancia esencial. Trätase tan sölo de saberlo
extraer de ellos por medio del anälisis. En realidad, cons-
tituyen una representaciön tan suficiente de los afios infan-
tiles olvidados, como el contenido manifiesto del suefio lo
es de las ideas oniricas latentes.El otro grupo de procesos psiquicos susceptibles de ser
opuestos, como actos puramente internos, a las impresio-
nes y los sucesos vividos, o sea el constituido por las fan-
tasias, las asociaciones, los sentimientos, etc., ha de ser
estudiado separadamente en cuanto a su relaciön con el
olvido y el recuerdo. Sucede aqui muy frecuentemente,
que se «recuerda> algo que no pudo nunca ser «olvidado>,
pues nunca fu& retenido ni llegö a ser consciente, y ade-
mäs, para el curso psiquico, parece totalmente indiferente
que un tal elemento fuera consciente y quedase luego ol-
vidado o que no penetrase jamäs hasta la conciencia. La
convicciön que el analizado adquiere en el curso del anäli-
sis es independiente de un tal recuerdo.Sobre todo en las diversas formas de la neurosis obse-
siva, el olvido se limita a destruir conexiones, suprimir
relaciones causales y aislar recuerdos enlazados entre si.Por lo general, resulta imposible despertar el recuerdo
de una clase especial de sucesos, muy importantes, co-
rrespondientes a &pocas muy tempranas de la infancia y
vividos entonces sin comprenderlos, pero perfectamente
interpretados y comprendidos luego por el sujeto. Su co-
nocimiento nos es procurado por los suefios, y la estruc-— 176 —
S.
TECNICA DE LA PSICOANALISIS
tura de la neurosis nos fuerza a admitirlos, pudiendo ade-
mäs comprobar, que una vez vencidas sus resistencias, el
analizado no emplea contra su aceptaciön la ausencia de
la sensaciön de recordar (de la sensaciön de que algo nos
era ya conocido). De todos modos, requiere este tema tan-
ta prudencia critica y aporta tantas cosas nuevas y descon-
certantes, que preferimos reservarlo para un trabajo aisla-
‘do, en el que lo estudiaremos en material adecuado.Con la nueva töcnica, el curso del anälisis se hace mu-
cho mäs complicado y trabajoso: Algunos casos ofrecen
al principio la serena facilidad habitual en el tratamiento
hipnötico, aunque no tarden en tomar otro rumbo, pero lo
general es que las dificultades surjan desde un principio.
Ateni@ndonos a este ültimo tipo, para caracterizar la dife-
rencia, podemos decir que el analizado no recuerda
nada de lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de
nuevo. No lo reproduce como recuerdo, sino como
acto; lo repite, sin saber, naturalmente, que lo repite.Por ejemplo: EI analizado no cuenta que recuerda
haberse mostrado rebelde a la autoridad de sus padres,
sino que se conduce en esta forma con respecto al medi-
co. No recuerda que su investigaciön sexual infantil fra-
casö, dejändole perplejo, sino que produce una serie de
suefios complicados y ocurrencias confusas y se lamenta
de que nada le sale bien y de que su destino es no conse-
guir jamäs llevar a buen törmino una empresa. No recuer-
da haberse avergonzado intensamente de ciertas activida-
des sexuales y haber temido que los demäs las descubrie-
Se encuentra Sometido y procura mantenerlo secreto, et-
cetera. ”Sobre todo, no dejarä de iniciar la cura con una tal re-
peticiön. Con frecuencia, cuando hemos comunicado a un
paciente de vida muy rica en acontecimientos y largo his-
torial patolögico, la regla psicoanalitica fundamental y es-17— "2
S.
PROF. Ss. FREU»
Pperamos oir un torrente de confesiones, nos encontramos
con que asegura no saber que decir. Calla y afirma que no
se le ocurre nada. Todo esto no es, naturalmente, mäs
que la repeticiön de una actitud homosexual que se ofrece,
como resistencia, a todo recuerdo. Mientras el sujeto per-
manece sometido al tratamiento, no se libera de esta ob-
sesiön de repetir y acabamos por comprender que este
fenömeno constituye su manera especial de recordar.
Como es natural, nos interesarä, en primer t&rmino, la
relaciön de esta repeticiön obsesiva con la transferencia y
la resistencia. No tardamos en advertir que la transferen-
ciano es por si misma mäs que una repeticiön, y la repe-
ticiön, la transferencia del pret£rito olvidado, pero no sölo
sobre el medico, sino sobre todos los demäs sectores de
la situaciön presente. Tendremos, pues, que estar prepa-
rados a que el analizado se abandone a la obsesiön repe-
tidora que sustituye en & el impulso a recordar, no sölo
en lo que afecta a su relaciön con el medico, sino tambien
en todas las demäs actividades yrelaciones simultäneas de
su vida, por ejemplo, cuando durante el transcurso de la
cura elige un objeto erötico, se encarga de una labor o
acomete una empresa. Tampoco resulta diffeil reconocer
la participaciön de la resistencia, Cuanto mäs intensa es
esta, mäs ampliamente quedarä sustituido el recuerdo por
la acciön (repeticiön). La facilidad con la cual emergja en
la hipnosis el recuerdo de lo olvidado, se debia precisa-
mente a que el estado hipnötico anıla de momento la
acciön de la resistencia. Cuando la cura comienza bajo el
patrocinio de una transferencia positiva no muy acentua-
da, nos permite penetrar al principio, profundamente, en
los recuerdos, como antes la hipnosis, y hasta los mismos
sintomas patolögicos permanecen acallados mientras tanto.
Pero cuando en el curso ulterior del anälisis, se hace hos-
til 0 muy intensa esta transferencia, el recuerdo queda sus-
titufdo en el acto por la repeticiön, y a partir de este mo-1718 —
S.
TECNICA DE LA PSICOANALISIS
mento, las resistencias van marcando la sucesiön de las
repeticiones. El enfermo extrae del arsenal del pasado las
armas con las cuales se defiende contra la continuaciön de
la cura y de las cuales hemos de ir despojändole poco a
poco.Hemos visto ya, que el analizado repite en lugar de
recordar y que lo hace bajo las condiciones de la resisten-
cia. Vamos a ver, ahora, qu& es realmente lo que repite.
Pues bien, repite todo lo que se ha incorporado ya a su
ser partiendo de las fuentes de lo reprimido: sus inhibicio-
nes, sus tendencias inutilizables y sus rasgos de caräcter
patolögicos. Y ahora observamos, que al hacer resaltar la
obsesiön repetidora no hemos descubierto nada nuevo,
sino que hemos completado y unificado nuestra teoria.
Vemos claramente, que la enfermedad del analizado no
puede cesar con el comienzo del anälisis y que no debe-
mos tratarla como un hecho histörico, sino como una püu-
tencia actual. Poco a poco, vamos atrayendo a nosotros
cada uno de los elementos de esta enfermedad y hacien-
dolos entrar en el'campo de acciön de la cura, y mientras
el enfermo los va viviendo como algo real, vamos nosotros
practicando en ellos nuestra labor terap&utica, consistente,
sobre todo, en la referencia al pasado.La evocaciön de recuerdos durante la hipnosis tenia
que producir la impresiön de un experimento de labora-
torio. La repeticiön en el tratamiento analitico, segün la
nueva t&cnica, supone evocar un trozo de vida real, y por
lo tanto, no puede ser inocua en todos los casos. A este
punto viene a enlazarse todo el problema de la <agrava-
ciön durante la cura>, inevitable a veces.La iniciaciön del tratamiento trae ya consigo una mo-
dificaciön de la actitud consciente del enfermo ante su en-
fermedad. Generalmente, se ha limitado a dolerse de ella
ya despreciarla, sin estimar debidamente su importancia,
pero, por lo demäs, ha continuado observando, con res-— 19 —
S.
PR OF. 5. FR E u D
pecto a sus manifestaciones, la misma politica de repre-
siön que antes en cuanto a sus origenes. De este modo,
puede muy bien no haber llegado aün a conocer precisa-
mente las condiciones de su fobia, no haber advertido el
contenido justo de sus ideas obsesivas o no haber apre-
hendido la verdadera intenciön de su impulso obsesivo.
La cura no puede pasar por esto. El sujeto ha de tener el
valor de ocupar su atenciön con los fenömenos de su en-
fermedad, a la cual no debe ya despreciar, sino considerar
como un adversario digno, como una parte de su propio
ser, fundada en motivos importantes y de la cual podrä
extraer valiosas ensefianzas para su vida ulterior. De esta
forma preparamos desde un principio, la reconciliaciön del
sujeto con lo reprimido que se manifiesta en sus sintomas,
pero, por otro lado, concedemos tambien a la enfermedad
un cierto margen de tolerancia. Si esta nueva relaciön con
la enfermedad agudiza algunos conflictos y hace pasar a
primera linea sintomas hasta entonces poco precisos, po-
demos consolar fäcilmente al enfermo, observändole que
se trata de agravaciones necesarias, pero pasajeras, y
que, en definitiva, no es posible vencer a un enemigo que
se mantiene ausente o no estä suficientemente pröximo.
Pero la resistencia puede aprovechar la situaciön para sus
fines e intentar abusar de la tolerancia concedida a la en-
fermedad, y entonces parece decirnos: Mira lo que sucede
cuando me veo forzada a ocuparme de estas cosas. dVes
cömo estaba en lo cierto abandonändolas a la represiön?Otro peligro es el de que en el curso de la cura lleguen
tambien a ser reproducidos impulsos instintivos nuevos
situados en estratos mäs profundos, que no habian emer-
gido aün. Por ültimo, aquellos actos que el paciente eje-
cuta fuera del campo de acciön de la transferencia pueden
acarrearle dafios pasajeros e incluso ser elegidos de ma-
nera que anulen por completo el valor de la salud que el
tratamiento tiende a restablecer.— 180 —
S.
TECNICA DE LA PSICOANALISIS
No es dificil justificar la täctica que en esta situaciön
ha de seguir el medico. Su fin continda siendo, como en
un principio, la evocaciön del recuerdo, la reproduceiön
en el terreno psiquico, aunque sabe muy bien que no ha
de serle posible conseguirlo por medio de la nueva tecni-
ca. Se dispondrä, pues, a iniciar con el paciente una con-
tinua lucha por mantener en el terreno psiquico todos los
impulsos que aqu&l quisiera derivar hacia la motilidad, y
considera como un gran triunfo de la cura conseguir deri-
var por medio del recuerdo algo que el sujeto tendia a de-
rivar por medio de un acto. Cuando la adhesiön producto
de la transferencia integra ya algün valor, el tratamiento
consigue impedir al paciente todos los actos de repeticiön
algo importantes y utilizar, in statu nascendi, el propösito
de ejecutarlos, como material para la labor terap&utica. La
mejor manera de proteger al enfermo de los dafios que
puede acarrearle la ejecuciön de sus impulsos, es compro-
meterle a no adoptar, durante el curso del tratamiento, nin-
guna resoluciön importante, elegir carrera 0 mujer, por
ejemplo, y a esperar para ello el momento de la curaciön.AI mismo tiempo, respetamos la libertad personal del
paciente en cuanto sea compatible con estas precauciones;
no le impedimos la ejecuciön de propösitos poco trascen-
dentales, aunque se trate de’evidentes simplezas, y no ol-
vidamos que sölo la propia y personal experiencia hace al
hombre sabio. Hay tambien casos en los que nos es impo-
sible disuadir al sujeto de acometer una empresa total-
mente inadecuada a sus circunstancias y que sölo mucho
despu&s varı madurando y haciendose asequibles a la ela-
boraciön analitica. En ocasiones, sucede tambien que no
nos da tiempo de imponer a los instintos impetuosos el
freno de la transferencia o que el paciente rompe, en un
acto de repeticiön, los lazos que le ligaban al tratamiento.
Como caso extremo, citaremos el de una sefiora ya ma-
dura, que habfa sufrido, repetidamente, estados de obnubi-“ — 181 —
S.
PROF. SS. FR E UD
laciön, en los que abandonaba su casa y a su marido, sin
que jamäs hubiera podido alegar la existencia de un moti-
vo consciente para tales fugas. Al iniciar el tratamiento
analitico, mostraba una transferencia positiva bien des-
arrollada, pero esta transferencia creci6 de un modo in-
quietantemente räpido en los primeros dias, y al cabo de
una semana, la paciente me «abandond» tambien a mi,
antes de que yo hubiera tenido tiempo de hacerla alguna
indicaciön que hubiese podido impedirle tal repeticiön.
Pero la mejor manera de refrenar la obsesiön repetido-
ra del enfermo y convertirla en un motivo de recordar, lo
tenemos en el manejo de la transferencia. Reconociendo
"en cierto modo sus derechos y dejändola actuar libremen-
te en un sector determinado, conseguimos hacerla inofen-
siva y hasta ütil. La abandonamos, pues, la transferencia,
como un campo en el que puede desarrollarse con libertad
casi completa y en el que cumplirä la funciön de hacer
surgir ante nuestros ojos todos los instintos patögenos
ocultos en la vida anfmica del analizado. Cuando el pa-
ciente nos presta la minima cooperaciön consistente en
respetar las condiciones de existencia del tratamiento,
conseguimos siempre dar a todos los sintomas de la enfer-
medad una nueva significaciön basada en la transferencia
y sustituir su neurosis vulgar por una neurosis de transfe-
rencia, de la cual puede ser curado por la labor terap&uti-
ca. La transferencia crea asi una zona intermedia entre la
enfermedad y la vida, y a trav&s de estazona va teniendo
efecto la transiciön desde la primera a la segunda. El nue-
vo estado ha acogido todos los caracteres de la enferme-
dad, pero constituye una enfermedad artificial, asequible
por todos lados a nuestra intervenciön. Al mismo tiempo,
es tambien un trozo de vida real, pero provisorio y hecho
posible por circunstancias especialmente favorables. De
las reacciones de la repeticiön que surgen en la transfe-
rencia, parten luego los caminos ya conocidos para la evo-— 182 —
S.
TECNICA DE LA PSICOANALISIS
caciön de los recuerdos, los cuales surgen sin esfuerzo
aparente una vez vencidas las resistencias.Podia dar ya por terminada mi exposiciön si el titulo
del presente ensayo no me obligase a describir aün otra
parte de la tEcnica analitica. Como ya sabemos, el venci-
miento de las resistencias-se inicia revelando el medico al
analizado la existencia y condiciön de las mismas, ignorada
siempre por el sujeto. Ahora bien, parece ser que algunos
analiticos principiantes se inclinan a creer que esta labor
inicial es toda la que han de llevar a cabo. En muchas oca-
siones, he sido Ilamado en consulta por m&dicos que se
lamentaban de haber revelado al paciente su resistencia
sin haber obtenido resultado positivo alguno, sino mäs
bien una intensificaciön de la resistencia descubierta y una
mayor complicaciön de la situaciön general. La cura pare-
cia haber quedado estancada. Pero semejante temor resul-
taba siempre infundado. En realidad, la cura seguia su
camino. Lo ünico que sucedia es que el medico habia ol-
vidado que la revelaciön de la resistencia no puede tener
por consecuencia inmediata su desapariciön. Ha de dejar-
se tiempo al enfermo para ahondar en la resistencia, hasta
entonces desconocida para &l, elaborarla y dominar-
la, continuando, a su pesar, el tratamiento, conforme a la
regla analitica fundamental. Sölo al culminar esta labor
llegamos a descubrir, en colaboraciön con el analizado,
los impulsos instintivos reprimidos que alimentaban la re-
sistencia. En todo esto, el me&dico no tiene que hacer mäs
que esperar y dejar desarrollarse un proceso que no pue-
de ser eludido ni tampoco siempre apresurado. No olvi-
dändose de esto, se ahorrarä muchas veces el error de
suponer fracasado el tratamiento, cuando el mismo sigue,
en realidad, directamente, su camino.En la präctica, esta elaboraciön de las resistencias pue-
de constituir una penosa labor para el analizado y una
dura prueba para la paciencia del medico. Pero tambien185 —
S.
PROF. SS. FR E UD
constituye aquella parte de la labor que ejerce sobre el pa-
ciente mayor acciön modificadora y la que diferencia al
tratamiento analitico, de todo influjo por sugestiön. Teöri-
camente, podemos equipararla a la derivaciön por reacciön
de las magnitudes de afecto aprisionadas por la represiön,
proceso sin el cual no lograba eficacia alguna el tratamien-
to hipnötico.— 184 —
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