Las fantasias histéricas y su relación con la bisexualidad 1908-001/1929.es
  • S.

    Las fantasias histéricas y su relaci6n con la
    bisexualidad

    1908.

    Los delirios de formas típicas y monótonas en que los
    paranoicos vierten la grandeza y las cuitas del propio Yo,
    son ya generalmente conocidos. Conocemos también, por
    numerosas monografías, la singular y diversa «mise en
    scene» que ciertos perversos crean para la satisfacción
    —imaginativa o real—de sus tendencias sexuales. En
    cambio, constituirá para muchos una novedad, oir que en
    todas las psiconeurosis, y muy especialmente, en la histe-
    ria, emergen productos psíquicos análogos, y que estos
    productos — denominados fantasías histéricas—muestran
    importantes relaciones con la causación de los síntomas
    neuróticos.

    Todas estas creaciones fantásticas tienen su fuente
    común y su prototipo normal en los llamados «sueños
    diurnos> de la juventud, estudiados ya por algunos auto-
    res, aunque todavía sin detenimiento suficiente (1). Igual-
    mente frecuentes, quizá, en ambos sexos, parecen ser

    (1) Cf. Breuer y Freud: La histeria, 1895 (tomo X de esta edi-
    ción castellana),—P. Janet: Névroses et idées fixes, I (Les réveries
    subconscientes, 1898. — Havelock Ellis: El instinto sexual y el pudor,
    1900.—Freud: La interpretación de los sueños, 1900 (tomos VI y VII
    de esta edición castellana).—A. Pick: Uber pathologische Tráume-
    rei und ihre Beziehungen zur Hysterie, 1896.

    ns

  • S.

    P ROW EE WD

    siempre en la mujer, de carâcter erötico, y en el hombre,
    de caräcter erötico 0 ambicioso. No quiere esto decir, que
    el factor erôtico presente aqui, en el hombre, una menor
    importancia, pues un més detenido examen de los 8
    diurnos» masculinos, nos revela que las hazañas en ellos
    fantaseadas obedecen tan sólo al deseo de gustar a una
    mujer y ser preferido por ella (1). Estas fantasías son sa-
    tisfacciones de deseos nacidos de una privación y un an-
    helo y llevan, con razón, el nombre de «sueños diurnos»,
    pues nos proporcionan la clave de los sueños nocturnos,
    en los cuales el nódulo de la producción del sueño aparece
    constituído, precisamente, por tales fantasías diurnas,
    complicadas, deformadas y mal interpretadas por la ins-
    tancia psíquica consciente (2).

    Estos sueños diurnos interesan vivamente al sujeto,
    que los cultiva con todo cariño y los encierra en el más
    pudoroso secreto, como si contasen entre los más íntimos
    bienes de su personalidad. Sin embargo, en la calle, des-
    cubrimos fácilmente al individuo entregado a una de estas
    ensoñaciones, pues su actividad imaginativa transciende
    en una repentina sonrisa ausente, en un soliloquio o en un
    aceleramiento de la marcha, con el que delata haber llega-
    do al punto culminante de la situación ensoñada. Todos
    los ataques histéricos que hasta hoy he podido investigar,
    demostraron ser ensoñaciones de este orden, involunta-
    riamente emergentes. La observación no deja, en efecto,
    duda alguna de que tales fantasías pueden ser tanto in-
    conscientes como conscientes, y en cuanto estas últimas
    se hacen inconscientes, pueden devenir también patóge-
    nas, esto es, exteriorizarse en síntomas y ataques. En ci
    cunstancias favorables, se hace aún posible a la concien-

    (1) Anéloga opinión sostiene H. Ellis, 1. c. pág. 185 y siguientes:
    (2) Cf. Freud: La interpretación de los sueños, tomos VI y УП
    de esta edición castellana.

    Su

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    E«5«yos.-9»S-1ged

    cia apoderarse de una de estas fantasias inconscientes.
    Una de mis enfermas, a la que yo había llamado la aten-
    ción sobre sus fantasías, me contó, que en el curso de un
    paseo, se había sorprendido llorando, y al reflexionar rá-
    pidamente, había logrado aprisionar una fantasía, en la
    que entablaba relaciones amorosas con un popular pianista
    (al que no conocía personalmente), tenía con él un hijo (la
    sujeto no los tenía) y era luego abandonada con el niño,
    quedando reducida a la más extrema miseria. Al llegar a
    este punto su fantasía, fué cuando se le saltaron las la-
    grimas.

    Las fantasias inconscientes, o lo han sido siempre, ha-
    biendo tenido su origen en lo inconsciente, o lo que es mds
    frecuente, fueron, un dia, fantasias conscientes, suefios
    diurnos, y han sido luego intencionadamente olvidadas,
    relegadas a lo inconsciente por la «represión». Su conte-
    nido puede entonces haber permanecido invariado o, por
    lo contrario, haber sufrido alteración, en cuyo caso, la fan-
    tasía inconsciente ahora, constituirá un derivado de la an-
    terior, consciente. Pero la fantasía inconsciente integra una
    importantísima relación conla vida sexual del individuo,
    pues es idéntica a la que el mismo empleó como base de
    la satisfacción sexual, en un período de masturbación. El
    acto masturbador (0 en su más amplio sentido, onanista)
    se dividía, por entonces, en dos partes, la evocación de la
    fantasía, y llegada ésta a su punto culminante, los mane-
    jos activos conducentes a la satisfacción sexual. Esta com-
    posición es más bien, como ya sabemos, una soldadu-
    ra (1). En un principio, la acción presentaba un carácter
    puramente autoerótico, apareciendo destinada a conseguir
    placer de una determinada zona erógena. Más tarde, esta
    acción se fusionó con una representación optativa perte-

    (1) СЕ los «Tres ensayos sobre una teoría sexual», tomo II de
    esta edición castellana.

    Zia

  • S.

    PFOF-F.FFE»D

    neciente al circulo de la elecciôn de objeto, y sirviô para
    dar, en parte, realidad, a la situación en que tal fantasía
    culminaba. Cuando luego renuncia el individuo a este or-
    den de satisfacción masturbatorio-fantástica, queda aban-
    donada la acción, pero la fantasía pasa, de ser consciente,
    a ser inconsciente, y cuando la satisfacción sexual aban-
    donada no es substituida por otra distinta, observando el
    sujeto una total abstinencia, pero sin que le sea posible
    sublimar su libido, o sea desviar su excitación sexual
    hacia fines más elevados; cuando todo esto se une, quedan
    cumplidas las condiciones necesarias para que la fantasía
    inconsciente adquiera nuevas fuerzas y consiga, con todo
    el poderío de la necesidad sexual, exteriorizarse, por lo
    menos en parte, bajo la forma de un síntoma patológico.

    Las fantasías inconscientes son, de este modo, las pre-
    misas psíquicas más inmediatas de toda una serie de sín-
    tomas histéricos. Estos no son sino tales mismas fantasías
    inconscientes, exteriorizadas mediante la «conversión», y
    en cuanto son de carácter somático, demuestran, en mu-
    chas ocasiones, haber sido elegidos entre aquellas mismas
    sensaciones sexuales e inervaciones motoras que en un
    principio acompañaron a la fantasía de que se trate, cons-
    ciente aún por entonces. De este modo, queda, en reali-
    dad, anulado el abandono del onanismo y alcanzado, aun-
    que nunca por completo, sí por aproximación, el último fin
    de todo el proceso patológico, o sea el establecimiento de
    la satisfacción sexual antes primaria.

    Al estudiar la histeria, nuestro interés se transfiere
    pronto, desde los síntomas, a las fantasías de las cuales
    surgen aquéllos. La técnica psicoanalítica permite descu-
    brir primero, partiendo de los síntomas, las fantasías in-
    conscientes y hacerlas luego conscientes en el enfermo.
    Siguiendo este camino, hemos hallado, que por lo menos
    el contenido de las fantasías inconscientes, corresponde
    por completo a las situaciones de satisfacción sexual cons-

    ー 156 —

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    ENFAIOZ.-gos-1ggt

    cientemente creadas por los perversos. Si precisamos ejem-
    plos de este orden, no tenemos més que recordar las inven-
    ciones de los césares romanos, de una extravagancia sólo
    limitada por el desenfrenado poderío de la fantasía mor.
    bosa. Los delirios de los paranoicos no son sino fantasías
    de este género, pero que se han hecho inmediatamente
    conscientes. Aparecen basadas en los componentes sádi-
    co-masoquistas del instinto sexual y tienen también su
    pareja en ciertas fantasías inconscientes de los histéricos.
    También es conocido el caso—muy importante desde el
    punto de vista práctico—en que el histérico no exterioriza
    sus fantasías en forma de síntomas, sino en una realiza-
    ción consciente, fingiendo atentados, maltratos y agresio-
    nes sexuales.

    Por este camino de la investigación psicoanalítica, que
    conduce, desde los síntomas manifiestos, a las fantasías
    inconscientes ocultas, descubrimos todo lo que es posible
    averiguar sobre la sexualidad de los psiconeuróticos y
    entre ello, el hecho que constituye el tema principal del
    presente trabajo.

    A causa, probablemente, de las dificultades que se
    oponen a las fantasías inconscientes en su tendencia a lo-
    grar una exteriorización, la relación entre tales fantasías y
    los síntomas no es nada simple, sino muy complicada (1).
    Por lo regular, dado un pleno desarrollo de la neurosis, un
    síntoma no corresponde a una única fantasía inconsciente
    sino a varias, pero no de un modo arbitrario, sino confor-
    me a ciertas normas de composición. Al comienzo de la
    enfermedad no aparecerán aún desarrolladas todas estas
    complicaciones.

    En obsequio del interés general, romperé aquí la cohe-

    (1) Así sucede también con la relación entre las ideas «latentes»
    del sueño y los elementos del contenido «manifiesto» del mismo.
    Véase el capítulo dedicado а la «elaboración onirica» en la «Inter-
    pretación de los sueños», tomos VI y VII de esta edición castellana.

    — 157 —

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    ණී REDOM A ACER SU»

    siôn de este trabajo, para interpolar una serie de formulas
    encaminadas a agotar progresivamente la esencia de los
    síntomas histéricos. Estas fórmulas no se contradicen unas
    a otras, sino que corresponden, en parte, a definiciones
    más completas y penetrantes, y en parte, a la aplicación
    de puntos de vista distintos.

    1.) El síntoma histérico es el símbolo mnémico de
    ciertas impresiones y experiencias eficientes (traumáticas).

    2.) El síntoma histérico es la substitución, creada por
    «conversión», para el retorno asociativo de estas expe-
    riencias traumáticas.

    3.) El síntoma histérico es—como también otros pro-
    ductos psíquicos —la expresión de una realización de
    deseos.

    4.) El síntoma histérico es la «realización» de una
    fantasía inconsciente puesta al servicio del cumplimiento
    de deseos.

    5.) El síntoma histérico sirve para la satisfacción se-
    xual y representa una parte de la vida sexual de la perso-
    na (correlativamente, uno de los componentes de su ins-
    tinto sexual).

    6.) El síntoma histérico corresponde al retorno de
    una forma de satisfacción sexual realmente utilizada en la
    vida infantil y reprimida después.

    7.) El síntoma histérico nace como transacción entre
    dos movimientos afectivos o instintivos contrarios, uno de
    los cuales tiende a la exteriorización de un instinto parcial
    o de un componente de la constitución sexual, y el otro,
    a evitar tal exteriorización.

    8) El síntoma histérico puede tomar la representa-
    ción de distintos movimientos inconscientes asexuales,
    pero no puede carecer de una significación sexual.

    De estas diversas fórmulas, es la séptima la que más
    completamente expresa la esencia del síntoma histérico
    como realización de una fantasía inconsciente, atendiendo

    = us —

  • S.

    s«F-1yos.19oC-192(

    debidamente, con la octava, a la significaciôn del factor
    sexual. Varias de las fórmulas anteriores se hallan conte-
    nidas, como premisas, en esta obra.

    A consecuencia de esta relación entre los síntomas y
    las fantasías, no nos es difícil llegar, por medio de la psi-
    coanálisis de los síntomas, al conocimiento de los compo-
    nentes del instinto sexual dominantes en el individuo, tal
    y como ya lo hicimos en nuestros «Tres ensayos sobre
    una teoría sexual». Pero esta investigación da, en algunos
    casos, un resultado inesperado. Muestra, en efecto, que
    para la solución del síntoma no basta su referencia a una
    fantasia sexual inconsciente o a una serie de fantasías, una
    de las cuales, la más importante y primitiva, es de natura-
    leza sexual, sino que, para dicha solución, nos son preci-
    sas dos fantasías sexuales, de carácter masculino una, y
    femenino la otra, de manera que una de ellas correspon-
    de a un impulso homosexual. Esta novedad no altera en
    modo alguno el principio integrado en nuestra séptima fór-
    mula, resultando, así, que un síntoma histérico correspon-
    de necesariamente a una transacción entre un impulso li-
    bidinoso y otro represor, pero puede también correspon-
    der, accesoriamente, a una asociación de dos fantasías
    libidinosas de carácter sexual contrario.

    No me es posible exponer, dentro de los límites del
    presente trabajo, ejemplo alguno de este proceso. La ex-
    periencia me ha enseñado que un breve extracto de un
    análisis no puede jamás producir la impresión probatoria
    que con su exposición nos proponemos, y la exposición
    completa de un análisis requeriría mayor espacio del que
    nos está concedido.

    Me limitaré, pues, a formular un nuevo principio y ex-
    plicar luego su significación.

    9) Un síntoma histérico es expresión, por un lado,
    de una fantasía masculina, y por otro, de otra femenina,
    ambas sexuales e inconscientes.

    アル >

  • S.

    ク mco РА | a YN r в

    He de hacer constar, que no puedo atribuir a este
    principio la misma validez general que a los demäs. Por
    lo que hasta ahora he podido observar, no se confirma en
    todos los casos, ni tampoco en todos los sintomas de un
    caso. Por lo contrario, no es dificil hallar casos en los cua-
    les los impulsos de opuesto sentido sexual se manifiestan
    en sintomas distintos, de manera que los sintomas de la
    heterosexualidad y los de la homosexualidad pueden ser
    tan precisamente discriminados como las fantasias ocultas
    detrás de ellos. Pero la relación afirmada en la novena
    formula es lo suficientemente frecuente, y cuando se da,
    lo bastante importante, para merecer especial atención.
    Me parece constituir el mayor grado de complicación que
    puede alcanzar la determinación de un síntoma histérico,
    y por lo tanto, no debemos esperar encontrarlo sino en
    neurosis ya prolongadas y muy organizadas (1).

    Esta significación bisexual de los síntomas histéricos,
    comprobable, de todos modos, en numerosos casos, es
    una prueba más de mi afirmación anterior (2) de que en las
    psicoanálisis de sujetos psiconeuróticos, se transparenta,
    con especial claridad, la supuesta bisexualidad original del
    individuo. El masturbador que en sus fantasías conscien-
    tes procura infundirse tanto en el hombre como en la mu-
    jer de la situación fantaseada, nos ofrece el ejemplo de
    un proceso totalmente análogo y perteneciente al mismo
    sector. Por último, también conocemos ciertos ataques
    histéricos en los que la enferma representa, simultánea-
    mente, los papeles de los dos protagonistas de la fantasía
    sexual subyacente. Así, en un caso observado por mí, la

    (1) 1 Sadger, que ha llegado también, independientemente, en
    sus psicoanálisis, al descubrimiento de este principio, sostiene su
    generalidad. (Die Bedeutung der psychoanalytischen Methode nach
    Freud, Zentralbl. f. Nerv. u. Peych., Nr. 229, 1907).

    (2) Cf. los «Tres ensayos sobre una teoría sexual», tomo II de
    esta edición castellana.

    — 140 —

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    E ‏ז ג שיא‎ OR. M ENOS IPA

    enferma sujetaba con una mano sus vestidos contra su
    cuerpo (como la mujer objeto de una agresión sexual) y
    con la otra mano, intentaba despojarse de ellos (como el
    hombre agresor). A esta simultaneidad contradictoria se
    debe en gran parte la dificultad de reconocer la situación
    representada en el ataque, resultando, asi, muy adecuada,
    para encubrir la fantasía inconsciente en él exteriorizada.

    En el tratamiento psicoanalítico, es muy importante
    hallarse preparado a tropezar con esta significación bise-
    xual de un síntoma. De este modo, no podrá extrañarnos
    ni desconcertarnos que un síntoma continúe manifestán-
    dose y presentando igual intensidad aun después de haber
    descubierto una de sus significaciones sexuales. En estos
    casos, pensaremos que se apoya todavía en la significa-
    ción sexual contraria. En el curso del tratamiento, pode-
    mos así mismo observar, cómo durante el análisis de una
    de las significaciones sexuales, aprovecha el enfermo la
    facilidad de poder escapar constantemente con sus asocia-
    ciones espontáneas al campo de la significación contraria,
    como a una vía paralela.

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