Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas 1893-006/1927.es
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    Estudio comparativo de las paraälisis
    motrices orgänicas e histericas.

    Charcot, cuyo alumno fuien 1885 y 1886, me confiö
    en esta Epoca, la labor de realizar un esftudio compa-
    rativo de las parälisis motrices orgänicas e histericas,
    basado en las observaciones efectuadas en la Salp&-
    triere, y encaminado a descubrir algunos caracteres
    generales de la neurosis y a conducirnos a una con-
    cepciön de la naturaleza de tal enfermedad. Causas
    accidentales y personales me han impedido, durante
    mucho tiempo, obedecer a su inspiraciön. De este
    modo, no quiero aportar ahora sino algunos resulta-
    dos de mis investigaciones, dejando a un lado los de-
    talles necesarios para una demostraciön completa de
    mis opiniones.

    Habremos de comenzar por algunas observaciones,
    generalmente admitidas, sobre las parälisis motrices
    orgänicas. La clinica nerviosa reconoce dos clases de
    parälisis motrices, la parälisis periferico-espinal (o
    bulbar) y la parälisis cerebral. Esta distinciön armoni-
    za perfectamente con los datos de la anatomia del sis-

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    PROF. SS. FRE UD

    tema nervioso, los cuales nos muestran que no hay en
    el recorrido de las fibras conductoras motrices, sino
    dos segmentos, uno que va desde la periferia hasta
    las celulas, de los cuernos anteriores de la medula y
    otro que va desde ellos hasta la corteza cerebral. La
    nueva histologfa del sistema nervioso, fundada en los
    trabajos de Golgi, Ramön y Cajal, Koelliker, etc., tra-
    duce estos hechos, diciendo que «el trayecto de las
    fibras de conducciön motrices se halla constituido por
    dos neuronas (unidades nerviosas celulo-fibrilares),
    que se encuentran para entrar en relaciön al nivel de
    las celulas Ilamadas motrices, de los cuernos anterio-
    res.» Clinicamente, la diferencia esencial de estas dos
    clases de parälisis, estä en que la parälisis pe-
    riferico-espinales una parälisis de-
    tallada y la parälisis cerebral es una
    parälisis conjunta. El tipo de la primera es
    la parälisis facijal en la enfermedad de Bell, la paräli-
    sis en la polimielitis aguda de la infancia, etc. Ahora
    bien; en estas afecciones, cada müsculo, e incluso po-
    driamos decir, cada fibra muscular, puede quedar pa-
    ralizado individual y aisladamente. Ello no depende
    sino de la situaciön y la extensiön de la lesiön nervio-
    sa, no existiendo regla fija alguna para que uno de
    los elementos perifericos escape a la parälisis, mien-
    tras otro la padece de un modo constante.

    Por el contrario, la parälisis cerebral es siempre una
    afecciön que ataca a una gran parte de la periferia,
    una extremidad, un segmento de &sta o un complica-
    do aparato motor. Jamäs se limita a afectar, indivi-
    dualmente, a un müsculo, por ejemplo, el biceps del
    brazo o el tibial, aisladamente, y si existen aparentes
    excepciones a esta regla (la ptosis cortical, por ejem-
    plo), se ve muy bien, que se trata de müsculos que

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    ENSAYVYOS. 1892-1899

    realizan por si solos, una funciön de la cual son el
    ünico instrumento.

    En las parälisis cerebrales de las extremidades, po-
    demos observar, que los segmentos perifericos sufren
    siempre mäs que los pröximos al centro. Asi, la mano
    se muestra mäs paralizada que el hombro. No hay,
    que yo sepa, una parälisis cerebral aislada del hom-
    bro, conservando la mano su motilidad, mientras que
    lo contrario es regla general en las parälisis que no
    son completas.

    En un estudio sobre las afasias (Viena, 1891), he
    intentado demostrar, que la causa de esta importante
    diferencia entre la parälisis periferico-espinal yla pa-
    rälisis cerebral debe ser buscada en la estructura del
    sistema nervioso. Cada elemento de la periferia co-
    rresponde a un elemento en el eje gris, que es, segün
    las palabras de Charcot, su «aboutissement» nervio-
    so. La periteria es, por decirlo asi, proyectada, punto
    por punto y elemento por elemento, sobre la substan-
    cia gris de la medula. Asi, proponemos denominar a
    la parälisis periferico-espinal detallada, parälisis
    de proyecciön. No sucede, en cambio, lo mis-
    mo, por lo que respecta a las relaciones entre los ele-
    mentos de la medula y los de la corteza. EI nümero
    de fibras conductoras no bastaria para establecer una
    segunda proyecciön de la periferia sobre la corteza.
    Hemos de suponer que las fibras que van de la medu-
    laa la corteza no representan ya, cada una, a un sölo
    elemento periferico, sino mäs bien a un grupo de ellos
    y que, por otra parte, un elemento periferico puede co-
    rresponder a varias fibras conductoras espino-cortica-
    les. Existe, en efecto, un cambio de ordenaciön, que
    ha tenido efecto en el punto de conexiön entre los dos
    segmentos del sistema motor.

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    PROF. SS. FRE UD

    Asi, pues, la reproducciön de la periferia en la cor-
    teza, no es ya una reproducciön exacta, punto por
    punto, ni una verdadera proyecciön, sino una relaciön
    por medio de fibras, a las que podemos calificar de
    representativas. En consecuencia, proponemos, para
    la parälisis cerebral, el nombre de parälisis de
    representaciön. .

    Naturalmente, cuando la parälisis de proyecciön es
    total y de una gran extensiön, es tambien una paräli-
    sis de conjunto, quedando asi desvanecido su gran ca-
    räcter distintivo. Por ofra parte, la parälisis cortical,
    que se distingue entre las parälisis cerebrales por su
    mayor aptitud de disociaciön, presenta, sin embargo,
    siempre, el caräcter de una parälisis de representa-
    eiön. N .

    Las demäs diferencias entre las parälisis de proyec-
    ciön y de representaciön, son harto conocidas. De
    ellas, citaremos la integridad de la nutriciön y de la
    reacciön electrica en la ültima de dichas dos enferme-
    dades. Aunque muy importantes clinicamente, no tie-
    nen estos signos al alcance teörico que hemos de
    adseribir al primer caräcter diferencial por nosotros
    recogido, o sea la distinciön entre parälisis deta-
    llada yparälisis conjunta.

    Se ha atribufdo con gran frecuencia, a la histeria, la
    facultad de simular las afecciones nerviosas or-
    gänicas mäs diversas. Se trata de saber si de un
    modo mäs preciso, simula los caracteres de las dos
    clases de parälisis orgänicas, esto es, si hay paräli-
    sis histericas de proyecciön y parälisis histericas de
    representaciön, como en la sintomatologia orgänica.
    Resalta, aqui, un primer hecho importante: La histeria
    no simula jamäs las parälisis perif&rico-espinales y de
    proyecciön; las parälisis histericas comparten tan sölo

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    ENSAYyOoS. 1892-1899

    los caracteres de las parälisis orgänicas de represen-
    taciön. Es &ste un hecho muy interesante, puesto que
    la parälisis de Bell, la parälisis radial, etc., se cuentan
    entre las. afecciones mäs comunes del sistema ner-
    vioso. .

    Creo conveniente hacer constar, para evitar toda
    confusiön, que trato aquf, exclusivamente, de la parä-
    lisis histerica fläccida y no de la contractura histerica.
    Me parece imposible someter la parälisis y la contrac-
    tura histerica a las mismas reglas. S6lo refiriendonos
    alas parälisis histericas fläccidas, podemos sostener
    que no afectan jamäs a un ünico müsculo, excepto en
    el caso en que este müsculo es el instrumento ünico
    de una funciön, que son siempre parälisis tofales y
    que corresponden en este sentido, a la parälisis de re-
    presentaciön o cerebral orgänica. Ademäs, en lo que
    concierne a la nutriciön de las partes paralizadas y a
    sus reacciones electricas, la parälisis histerica presen-
    ta los mismos caracteres que la parälisis cerebral or-
    gänica.

    Si la parälisis histerica se enlaza asi a la parälisis
    cerebral y particularmente, a la parälisis cortical, que
    presenta una mayor facilidad de disociaciön, no deja
    tampoco de distinguirse de ellas por caracteres impor-
    tantes. En primer lugar, no aparece sometida a la re-
    gla, constante en las parälisis cerebrales orgänicas,
    de que el segmento periferico resulta siempre mäs
    afectado que el segmento central. En la histeria, el
    hombro o el muslo pueden aparecer mäs paralizados
    que la mano o el pie. No es nada dificil producir arti-
    ficialmente una parälisis aislada del muslo, de la pier-
    na, etc., yla clinica nos presenta, con bastante fre-
    cuencia, estas parälisis aisladas, contrariamente a las
    reglas de la parälisis orgänica cerebral.

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    PROF. SS. FR EU D

    En este importante sentido, la parälisis histerica es,
    por decirlo asi, intermedia entre la parälisis de pro-
    yecciön y la parälisis de representaciön orgänica. Si
    no posee todos los caracteres de disociaciön y de ais-
    lamiento propios de la primera, tampoco se halla su-
    jeta a las estricias leyes que rigen la parälisis cere-
    bral.

    Con estas restricciones, podemos sostener que la
    parälisis histerica es tambien una parälisis de repre-
    sentaciön, pero de una representaciön especial, cuya
    caracteristica falta an por hallar (1).

    u

    Para avanzar en la direcciön antes indicada, me
    propongo estudiar los demäs rasgos distintivos entre
    la parälisis histerica y la parälisis cortical, tfipo el mäs
    perfecto de la parälisis cerebral orgänica. Hemos men-
    cionado ya el primero de tales caracteres distintivos,

    (1) Haremos observar, de pasada, que aquel importante ca-
    räcter de la parälisis de la pierna, que Charcot hizo resaltar
    despues de Todd, esto es, el de que el histerico arrasira la pier-
    na como una masa inerte, en lugar de ejecutar la circunduceiön
    con la cadera que realiza el hemiplegico ordinario, se explica fä-
    cilmente por la propiedad antes mencionada, de la neurosis. En
    la hemiplejia orgänica, la parte central de la extremidad se halla
    siempre algo indemne; el enfermo puede mover la cadera y uti-
    liza esta posibilidad para aquel movimiento de circunduceiön,
    que hace avanzar la pierna. En la histeria, la parte central (la
    cadera) no goza de este privilegio; su parälisis es tan completa
    como la de la parte periferica, y en consecuencia, la pierna tiene
    que ser arrastrada en su tolalidad,

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  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    o sea el de que la parälisis histerica puede aparecer
    mäs disociada y sistematizada que la parälisis cere-
    bral. Los sintomas de la parälisis orgänica se nos
    muestran en la histeria, como fragmentados. De lahe-
    miplejia comün orgänica (parälisis de los miembros
    superior e inferior y del facial inferior), la histeria no
    reproduce sino la parälisis de los miembros, e incluso
    disocia con gran frecuencia y con la mayor facilidad,
    la parälisis del brazo de la de la pierna, presentändo-
    las separadas en forma de monoplejias. Del sindrome
    de la afasia orgänica, reproduce la afasia motriz en
    estado de aislamiento, y cosa inaudita en la afasia or-
    gänica, puede crear una afasia total (motriz y sensiti-
    va), para un idioma determinado, sin atacar en abso-
    luto la facultad de comprender y articular ofro distin-
    to, fenömeno observado por mi en varios casos aün
    ineditos. Este mismo poder de disociaciön se mani-
    fiesta en las parälisis aisladas de un segmento de
    miembro, con integridad completa de todas las partes
    restantes del mismo, o tambien en la aboliciön com-
    pleta de una funciön (abasia, astasia), con integridad
    de otra funciön ejecutada por los mismos örganos.
    Esta disociaciön es ain mäs sorprendente cuando la
    funciön respetada es la mäs compleja, pues en la sin-
    tomatologia orgänica, cuando existe una debilitaciön
    desigual de varias funciones, es siempre la funciön
    mäs compleja y posteriormente adquirida, la mäs ata-
    cada a consecuencia de la parälisis.

    La parälisis histerica presenta, ademäs, ofro zaräc-
    ter, que es como la rübrica de la neurosis y que viene
    a agregarse al anteriormente indicado. En efecto,
    como varias veces lo he oido al propio Charcot, la
    histeria es una enfermedad de manifestaciones excesi-
    vas, que entrafia una tendencia a producir sus sinto-

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    PROF. 5. FR EU D

    mas con la mayor intensidad posible. Es &ste un ca-
    räcter que no se muestra ünicamente en las. parälisis,
    sino tambien en las contracturas y anestesias. Sabido
    es, hasta qu& grado de contorsiön pueden llegar las
    contracturas histericas, casi sinigual en la sintomato-
    logia orgänica. Conocemos tambien, cuän frecuentes
    son en la histeria, las anestesias absolutas y profun-
    das, de las cuales no pueden reproducir las lesiones
    orgänicas sino un debil esquema. Lo mismo sucede
    con las parälisis. Con frecuencia son absolutas en un
    grado insuperable: EI atäsico no profiere una sola pa-
    labra, mientras que el afäsico orgänico conserva casi
    siempre algunas silabas, el «si» y el «no», una inter-
    jecciön, etc.; el brazo paralizado cuelga absolutamen-
    te inerte, etc. Este caräcter es demasiado conocido,
    para que insistamos en el. Por el contrario, sabemos
    que en la parälisis orgänica, la parexia es siempre
    mäs frecuente que la parälisis absoluta.

    La parälisis histerica es, pues, de una limita-
    ciön exacta y deuna intensidad exce-
    siva. Posee estas dos cualidades a la vez, y con-
    trasta, asi, mäximamente, con la parälisis cerebral or-
    gänica, en la cual no se asocian nunca
    estos dos caracteres. Tambien en la sinto-
    matologia orgänica existen monoplejias, pero
    son siempre monoplejias a potiori yno delimi-
    tadas exactamente. Si el brazo se halla paralizado a
    consecuencia de una lesiön cortical orgänica, hay casi
    siempre ataque concomitante menor del facial y de la
    pierna, y si esta complicaciön no se ve ya en un mo-
    mento dado, ha existido siempre al principio de la en-
    fermedad. La monoplejia cortical es siempre, a decir
    verdad, una hemiplejia, alguna de cuyas partes apa-
    rece mäs o menos borrosa, pero siempre reconocible.

    — 172 —

  • S.

    ENSAYyOS. 1892-1899

    Para ir mäs allä, supongamos que la parälisis no haya
    afectado mäs que al brazo, esto es, que se trate de
    una monoplejia cortical pura. Veremos, entonces, que
    la parälisis es de una intensidad moderada. En cuanto
    esta monoplejia aumente en intensidad, convirtiendo-
    se en parälisis absoluta, perderä su caräcter de mono-
    plejia pura y aparecerä acompafiada de perturbacio-
    nes motoras de la pierna o el rostro. No puede
    hacerse absoluta y permanecer, ala
    vez, limitada.

    En cambio, nos muestra de continuo la clinica, que
    tal simultaneidad puede darse muy bien en la paräli-
    sis histerica. Esta parälisis afecta, por ejemplo, al
    brazo, de un modo exclusivo, sin que encontremos el
    menor indicio de ella en la pierna ni en la cara. Ade-
    mäs, al nivel del brazo es tan fuerte como lo pueda
    ser otra parälisis cualquiera. Esto constituye una sor-
    prendente diferencia con la parälisis orgänica, diferen-
    cia que da mucho que pensar.

    Naturalmente, hay casos de parälisis histerica en
    los cuales la intensidad no es excesiva, ni ofrece la
    disociaciön nada singular. Estos los reconocemos por
    otros caracferes, pero son casos que no presentan el
    sello tipico de la neurosis y que no pudiendo darnos
    ningün dato sobre la naturaleza de la misma, no po-
    seen interes ninguno desde el punto de vista aquf
    adoptado.

    Afıadiremos algunas observaciones de importancia
    secundaria y que incluso van mäs allä de los limites
    de nuestro tema.

    En primer lugar, haremos constar, que las parälisis
    histericas aparecen acompafiadas de perturbaciones
    de la sensibilidad, con mucha mäs frecuencia que las
    parälisis orgänicas. En general, tales perturbaciones

    — 175 —

  • S.

    PR OF, SS. FR E UD

    son mäs profundas y frecuentes en la neurosis que en
    la sintomatologia orgänica. Nada mäs comün que la
    anestesia o la analgesia histericas. Recuerdese,en cam-
    bio, con qu& tenacidad persiste la sensibilidad en los
    casos de lesiön nerviosa. Si seccionamos un nervio
    periferico, la anestesia serä menor en extensiön e in-
    tensidad, de lo que podia esperarse. Si una lesiön in-
    flamatoria ataca los nervios espinales o los centros de
    la medula, hallaremos siempre, que la motilidad sufre
    en primer lugar y que la sensibilidad permanece in-
    demne o queda tan sölo algo debilitada, pues persis-
    ten siempre en alguna parte, elementos nerviosos que
    no se hallan totalmente destruidos. En los casos de
    lesiön cerebral, conocemos la frecuencia y la duraciön
    de la hemiplejia motriz, mientras que la hemianestesia
    concomitante es indisfinta, fugaz, y no aparece en to-
    dos los enfermos. S6lo algunas localizaciones com-
    pletamente especiales pueden producir una afecciön de
    la sensibilidad, intensa y duradera, e incluso este he-
    cho no estä exento de dudas.

    Esta manera de ser de la sensibilidad, diferente en
    las lesiones orgänicas y en la histeria, no es alın expli-
    cable, hoy en dia. Parece existir aquf un problema,
    cuya soluciön nos revelaria, quizä, la naturaleza inti-
    ma de las cosas.

    Otro punto que me parece digno de menciön es la
    existencia de algunas formas de parälisis cerebral que
    no aparecen realizadas en la histeria, como tampoco
    las parälisis periferico-espinales de proyecciön. Debe-
    se citar, en primer t&rmino, la parälisis del facial infe-
    rior, manifestaciön la mäs frecuente de una afecciön
    orgänica del cerebro, y permitiendonos pasar, por un
    momento, a las parälisis sensoriales, la hemianopsia
    lateral homönima. Sabemos que es una temeridad

    — 174 —

  • S.

    ENSAY’YOS. 1892-1893

    querer afirmar que un determinado sintoma no se en-
    cuentra en la histeria, cuando las investigaciones de
    Charcot y de sus alumnos descubren en ella, casi co-
    tidianamente, sintomas nuevos insospechados antes.
    Pero nos es preciso tomar las cosas tal y como ac-
    tualmente se hallan. La parälisis facial histerica es
    muy discutida por Charcot, y si hemos de creer a los
    partidarios de este hombre de ciencia, se trata de un
    fenömeno extraordinariamente raro. La hemianopsia
    no ha sido aün vista en la histeria, y a nuestro juicio,
    no lo serä jamäs.

    Pero ahora ;de dönde viene que las parälisis histe-
    ricas, no obstante simular muy precisamente las paräli-
    sis certicales, difieren de ellas en los rasgos distintivos
    que hemos intentado enumerar? 4Y cuäl es ei caräcter
    general de la representaciön general al que habremos
    de enlazarlas? La respuesta a estas interrogaciones
    contendria una parte muy considerable e importante,
    de la teoria de la neurosis.

    No cabe ya la menor duda sobre las condiciones
    que dominan la sintomatologia de la parälisis cere-
    bral. Tales condiciones estän constitufdas por los he-
    chos de la anatomia, la construcciön del sistema ner-
    vioso, la distribuciön de sus vasos y la relaciön entre
    estas dos series de hechos y las circunstancias de la
    lesiön. Hemos dicho, que el menor nümero de fibras
    que van desde la medula a la corteza, en comparaciön
    con el nüimero de fibras que van desde la periferia a

    — 175 —

  • S.

    PROF. SS... FR E U D

    la medula, es la base de la diferencia entre la paräli-
    sis de proyecciön y la de representaciön. Igualmente,
    todo detalle clinico de la parälisis de representaciön
    puede hallar su explicaciön en un detalle de la estruc-
    tura cerebral, e inversamente, podemos deducir la
    construcciön del cerebro, de los caracteres clinicos de
    las parälisis. Creemos, pues, en la existencia de un
    perfecto paralelismo entre estas dos series.

    De este modo, si para la parälisis cerebral comün
    no hay una gran facilidad de disociaciön, es porque las
    fibras de conducciön motrices se hallan, en un largo
    trecho de su trayecto intracerebral, demasiado pröxi-
    mas para ser lesionadas separadamente. Si la parälisis
    <ortical muestra una mayor tendencia a las monople-
    jias, es porque el diämetro del haz conductor bra-
    quial, crural, etc., va creciendo hasta la corteza. Side
    todas las parälisis corticales es la de la mano la mäs
    completa, ello proviene, a nuestro juicio, de que la re-
    laciön crucial entre el hemisterio y la periferia es, para
    la mano, mäs exclusiva que para cualquier otra parte
    del cuerpo. Si el segmento periferico de una extremi-
    dad sufre mäs de la parälisis que el segmento central,
    supondremos que las fibras representativas del seg-
    mento periförico son mucho mäs numerosas que las
    ‚del segmento central, de manera que la influencia cor-
    tical se hace mäs importante para el primero que para
    el segundo. Si las lesiones algo extensas de la corte-
    za no llegan a producir monoplejias puras, concluf-
    mos que los centros motores existentes sobre la cor-
    teza no se hallan precisamente separados entre sf por
    campos neutrales, o que existen acciones a distancia,
    ‘que anularfan el efecto de una separaciön exacta de
    los centros.

    Igualmente, si en la afasia orgänica hay siempre una

    — 176 —

  • S.

    ENSAYyOS. 1892-1899

    mezcla de perturbaciones de distintas funciones, ello
    se explica por el hecho de que todos los centros del
    lenguaje se hallan alimentados por ramas de la mis-
    ma arteria, o sise acepta la opiniön enunciada en mi
    estudio ceritico sobre la afasia, por la circunstancia de
    no tratarse de centros separados, sino de un territorio
    continuo de asociaciön.

    Las singulares asociaciones que tan frecuentemente
    se observan en la clinica de las parälisis corticales
    —afasia motriz y hemiplejia derecha, alexia y he-
    mianopsia derecha—, se explican por la vecindad de
    los centros lesionados. La hemianopsia misma, sin-
    toma muy curioso y extrafio para el espiritu no cien-
    tifico, no se comprende sino por el entrecruzamiento
    de las fibras del nervio öptico en el quiasma, consti-
    tuyendo la expresiön clinica del mismo, como todos
    los detalles de las parälisis cerebrales constituyen la
    expresiön clinica de un hecho anatömico.

    Dado que no puede haber sino una sola anatomia
    cerebral verdadera, y &sta ha de hallar su expresiön
    en los caracteres clinicos de las parälisis cerebrales,
    es evidentemente imposible que tal anatomia pueda
    explicar los rasgos distintivos de la parälisis histerica.
    Por esta razön, no es admisible deducir para la ana-
    tomfa cerebral, conclusiones basadas en la sintomato-
    logia de estas parälisis.

    Seguramente, es necesario fener en cuenta la natu-
    raleza de la lesiön, para obtener esta espinosa expli-
    caciön. En las parälisis orgänicas, la naturaleza de la
    lesiön desempefia un papel secundario, siendo mäs
    bien la extensiön y la localizaciön de la lesiön las que
    en las condiciones estructurales dadas, del sistema
    nervioso, producen los caracteres antes indicados, de
    la parälisis orgänica. ,Cuäl podrä ser en la parälisis

    17 — "

  • S.

    PROF. 5S. FRE UD

    histerica, la naturaleza de la lesiön, que, por si sola,
    domina la situaciön, independientemente de la locali-
    zaciön, de la extensiön de la lesiön y de la anatomia
    del sistema nervioso?

    Charcot afirma repetidamente que se trata de una
    lesiön cortical, pero puramente dinämica o funcional.

    Es &sta una tesis de la que se comprende bien el
    lado negativo. Equivale a afırmar que en la autopsia,
    no se hallarä modificaciön alguna apreciable, de los
    tejidos. Pero desde un punto de vista mäs positivo, su
    interpretaciön estä muy lejos de hallarse exenta de
    equfvocos. „Que es, en efecto, una lesiön dinämica?
    Estoy seguro que muchos lectores de Charcot creen
    que la lesiön dinämica es, desde luego, una lesiön,
    pero una lesiön de la cual no se encuentra en el cadä-
    ver huella alguna, como un edema, una anemia o una
    hiperemia activa. Pero tales lesiones existen y son
    verdaderas lesiones orgänicas, aunque no persistan
    despues de la muerte y sean ligeras y fugaces. Es ne-
    cesario que las parälisis producidas por lesiones de
    este orden, compartan en todo, los caracteres de la
    parälisis orgänica. El edema y la anemia no podrian,
    mejor que la hemorragia y el reblandecimiento, pro-
    ducir la disociaciön y la intensidad de las parälisis
    histericas. La ünica diferencia serfa que la parälisis
    por el edema, por la constricciön vascular, etc., debe
    de ser menos duradera que la parälisis por destruc-
    ciön del tejido nervioso. Todas las demäs condiciones
    les son comunes, y la anatomia del sistema nervioso
    determinarä las propiedades de la parälisis, lo mismo
    en los casos de anemia fugaz, que en los de anemia
    permanente y definitiva.

    No creo que estas observaciones sean del todo gra-
    tuitas. Si leemos que «debe de existir una lesiön histe-

    — 178 —

  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    rica» en tal o cual centro, el mismo cuya lesiön orgä-
    nica producirfa el sindrome orgänico correspondiente,
    y recordaımos que se ha tomado la costumbre de loca-
    lizar la lesiön histerica dinämica del mismo modo que
    la lesiön orgänica, nos inclinaremos a creer, que bajo
    el törmino de «lesiön orgänica» se esconde la idea de
    una lesiön como el edema o la anemia, que son, real-
    mente, afecciones orgänicas pasajeras. Por el contra-
    rio, afirmo yo, que la lesiön de las parälisis histericas
    debe ser completamente independiente de la anatomia
    del sistema nervioso, puesfo que la histeria se com-
    porta en sus parälisis y demäs manifestaciones, como
    si la anatomfa no exisfiese o como si no fuviese nin-
    gün conoeimiento de ella.

    Muchos de los caracteres de las parälisis histericas
    justifican en verdad esta afirmaciön. La histeriaignora
    la distribuciön de los nervios, y de este modo, no si-
    mula las parälisis periferico-espinales o de proyecciön.
    No conoce el quiasma de los nervios öpticos, y por lo
    tanto, no produce la hemianopsia. Toma los örganos
    en el sentido vulgar, popular, del nombre que llevan:
    la pierna es la pierna hasta la inserciön de la cadera,
    y el brazo es la extremidad superior, tal y como se
    dibuja bajo los vestidos. No hay razön para unir a la
    parälisis del brazo, la parälisis del rostro. El histerico
    que no sabe hablar, carece de motivo para olvidar la
    inteligencia del lenguaje, puesto que la afasia motriz y
    la sordera verbal no poseen afinidad ninguna para la
    nociön popular, etc. No puedo sino asociarme plena-
    mente en este punto, a la opiniön que Janet ha expues-
    to en los ültimos nümeros de los «Archivos de Neu-
    rologia». Las parälisis histericas la demuestran tan
    bien como las anestesias y los sintomas psiquicos.

    —_ 179 —

    N

  • S.

    PROF. SS. FRE UD

    IV

    Intentare, por ültimo, exponer, cömo podria
    ser la lesiön, causa de las parälisis histericas. No
    quiere esto decir que vaya a mostrar cömo, de hecho,
    es tal lesiön. Trätase, tan sölo, de indicar la trayecto-
    ria mental susceptible de conducir a una concepciön
    que no contradiga las propiedades de la parälisis
    histerica, en cuanto difiere de la parälisis orgänica
    cerebral.

    Tomaremos los t&rminos «lesiön funcional o dinä-
    mica» en su senfido propio de «alteraciön de una fun-
    <iön o de un dinamismo», o alteraciön de una propie-
    dad funcional. Una tal alteraciön serfa, por ejemplo, la
    disminuciön de la excitabilidad o de una cualidad fisio-
    lögica, que en estado normal, permanecen constantes
    o varfan dentro de limites determinados.

    Se nos dirä, quizä, que nada nos impide considerar
    la alteraciön funcional como uno de los aspectos de la
    alteraciön orgänica. Asi, una anemia pasajera del te-
    jido nervioso disminuirä su excitabilidad.

    Mas por nuestra parte, intentaremos demostrar que
    puede haber alteraciön funcional sin lesiön orgänica
    concomitante, o por lo menos, sin lesiön reconocible,
    aun por medio del mäs sutil anälisis. O dicho de otro
    modo: Intentaremos dar un ejemplo apropiado, de una
    alteraciön funcional primitiva. No pedimos, para ha-
    cerlo, mäs que el permiso de pasar al terreno de la
    psicologia, imposible de eludir cuando de la histeria
    se frata.

    Con Janet, afirmamos, que en las parälisis histöri-

    — 180 --

  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    cas, como en las anestesias, es la concepciön vulgar,
    popular, de los örganos y del cuerpo en general, la
    que entra en juego. Esta concepciön no se funda en un
    conocimiento profundo de la anatomia nerviosa, sino
    en nuestras percepciones täctiles y sobre todo, visua-
    les. Si tal concepciön es la que determina los caracte-
    res de la parälisis histerica, esta ültima deberä mos-
    trarse ignorante de toda nociön de la anatomia del sis-
    tema nervioso e independiente de ella. La lesiön de la
    parälisis histerica serä, pues, una alteraciön, por ejem-
    plo, de la concepciön o idea del brazo. „Pero de qu&
    clase es esta alteraciön, para producir la parälisis?

    Considerada psicolögicamente, la parälisis del bra-
    zo consiste en que la concepciön del brazo queda im-
    posibilitada de entrar en asociaciön con las demäs
    ideas que constituyen el Yo, del cual el cuerpo del in-
    dividuo forma una parte importante. La lesiön seria,
    pues, la aboliciön de la accesibilidad
    asociatfivadelaconcepciöndelbrazo.
    El brazo se comporta como si no existiese para el jue-
    go de las asociaciones. Seguramente, si las condicio-
    nes materiales que corresponden a la concepciön del
    brazo, se encuentran profundamente alteradas, tal con-
    cepciön se perderä tambien, pero habremos de demos-
    trar que puede ser inaccesible sin hallarse destruida y
    sin que su substrato material (el tejido nervioso de la
    regiön correspondiente de la corteza) se halle lesio-
    nado.

    Comenzaremos por algunos ejemplos tomados de
    la vida social. Conocida es la historieta cömica del
    sübdito entusiasta, que jurö no volver a lavarse la
    mano que su rey se habia dignado estrechar. La rela-
    ciön de su mano con la idea del rey, parece tan impor-

    ‚tante a la vida psiquica del individuo, que el mismo re-

    — 181 —

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    x
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    ROoOrF. SS. FR E UD

    copa en la que hemos bebido a la salud de unos recien
    casados. Asi mismo, las antiguas tribus salvajes, que
    con el cadäver de su jefe, quemaban su caballo, sus
    armas, e incluso sus mujeres, obedecian a esta idea
    de que nadie debia tocarlos despues de &. El motivo
    de todos estos actos es bien transparente. El valor
    afectivo que atribuimos a la primera asociaciön de un
    objeto, nos impide hacerlo entrar en una nueva aso-
    ciaciön con otro, y de este modo, hace inaccesible a la
    asociaciön, la idea de tal objeto.

    En los dominios de la psicologia de las concepcio-
    nes, sucede algo identico. Si la concepciön del brazo
    ha entrado en una asociaciön de un gran valor afecti-
    vo, serä inaccesible al libre juego de las demäs aso-
    ciaciones. El brazo quedarä paralizado
    en proporciönala persistenciadedi-
    cho valor afectivo o de su disminu-
    ciön por medios psiquicos apropia-
    dos. Tal es la soluciön del problema que antes
    planteamos, pues, en todos los casos de parälisis
    histerica, se comprueba que el örgano paralizado o la
    funciön abolida, se hallan en una asociaciön subcons-
    ciente provista de un gran valor afectivo, y se puede
    demostrar que el brazo queda libre en cuanto dicho
    valor afectivo es hecho desaparecer. En este punto, la
    concepciön del brazo existe en el substratum material,
    pero no es accesible a los impulsos y asociaciones
    conscientes, porque toda su afinidad asociativa se ha-
    lla integrada en una asociaciön subconsciente con
    el recuerdo del suceso traumätico que ha producido
    la parälisis.

    Charcot ha sido el primero en ensefiarnos, que para

    — 182 —

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    ENSAYOS. 1892-1899

    la explicaciön de la neurosis histerica es preciso recu-
    rir a la psicologfa. En nuestra memoria preliminar
    sobre el mecanismo psiquico de los fenömenos histe-
    ricos (1) hemos seguido, Breuer y yo, su ejemplo. En
    esta memoria, demostramos que los sintomas perma-
    nentes de la histeria llamada no traumätica, se expli-
    can (excepciön hecha de los estigmas) por el mismo
    mecanismo que Charcot ha reconocido en las paräli-
    sis traumäticas. Pero exponemos tambien la razön
    por la cual esios sintomas persisten y pueden ser cu-
    rados por medio de un procedimiento especial de psi-
    coterapia hipnötica. Todo suceso, toda impresiön psi-
    quica, se hallan provistos de un cierto valor afecti-
    vo, del cual se libertö ei Yo, bien por medio de una
    reacciön motriz, bien mediante una labor psiquica aso-
    ciativa, Si el individuo no puede o no quiere poner en
    präctica estos medios, el recuerdo de la impresiön de
    que se trate adquirirä la importancia de un trauma y
    se constituirä en causa de sintomas permanentes de
    histeria. La imposibilidad de la eliminaciön se impone
    cuando la impresiön permanece en lo subconsciente.
    Esta es la teorfa a la que hemos dado el nombre de
    «derivaciön por reacciön, de los incrementos de es-
    timulo».

    En resumen, de acuerdo con la opiniön general que
    sobre la histeria hemos formado, segün las ensefian-
    zas de Charcot, hemos de aceptar que la lesiön exis-
    tente en las parälisis histericas, no consiste sino en la
    inaccesibilidad de la concepciön del örgano o dela
    funciön, para las asociaciones del Yo consciente; que
    esta alteraciön puramente funcional (con integridad de
    la concepciön misma) es causada por la permanencia

    (1) Vease el tomo X de estas «Obras completas>.
    — 185 —

  • S.

    .

    PROF. SS. FRE UD

    de esta concepciön en una asociaciön subconsciente
    con el recuerdo del trauma, y que esta concepciön no
    se liberta y hace accesible en tanto que el valor afecti-
    vo del trauma psiquico no ha sido eliminado por me-
    dio de la reacciön mofriz adecuada o del trabajo psi-
    quico consciente. De todos modos, aunque este meca-
    nismo no tenga efecto y sea siempre necesaria, para
    la parälisis histerica, una idea autosugestiva directa,
    como en los casos traumäticos de Charcot, habremos
    conseguido mostrar de que naturaleza deberia ser,
    en la parälisis histerica, la lesiön o mäs bien la altera-
    ciön, para explicar sus diferencias con la parälisis or-
    gänica cerebral.

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