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El método psicoanalitico de Freud
Ensayo publicado en 1804 sin
nombre de autor.«El singular método psicoteråpico practicado por Freud
y conocido con el nombre de psicoanalisis tiene su punto
de partida en el procedimiento «catårtico»», cuya descrip-
ción nos han hecho J. Breuer y el mismo Freud en la obra
por ellos publicada bajo el titulo de «Estudios sobre la his-
teria> (1895). La terapia catártica era un descubrimiento
de Breuer, que habia obtenido con ella, diez afios antes,
la curación de una histérica, en cuyo tratamiento llegó,
además, a vislumbrar la patogénesis de los sintomas que
la enferma presentaba. Siguiendo una indicación personal
de Breuer, se decidió luego Freud a ensayar de nuevo el
método y lo aplicó a un mayor número de pacientes.El procedimiento catártico tenía como premisa que el
paciente fuera hipnotizable y reposaba en la ampliación
del campo de la conciencia durante la hipnosis. Tendía a
la supresión de los síntomas y la conseguía retrotrayendo
al paciente al estado psíquico en el cual había surgido cada
uno de ellos por vez primera. Emergían entonces en el
hipnotizado, recuerdos, ideas e impulsos, ausentes hasta
entonces de su conciencia, y una vez que el sujeto comuni-
caba al médico, entre intensas manifestaciones afectivas,
tales procesos anímicos, quedaban vencidos los síntomas y
evitada su reaparición, Breuer y Freud explicaban en suසැන ま
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PPOF.«5.FEEUD
obra este proceso, repetidamente comprobado, alegando
que el sintoma representaba una sustituciôn de procesos
psiquicos que no habfan podido llegar a la conciencia, o
sea una transformación («conversión») de tales procesos,
y atribuían la eficacia terapéutica de su procedimiento a la
derivación del afecto concomitante a los actos psíquicos
retenidos, afecto que había quedado detenido en su curso
normal y como «represado». Pero este sencillo esquema
de la intervención terapéutica se complicaba en casi todos
los casos, pues resultaba que en la génesis del síntoma no
participaba una única impresión («traumática») sino, gene-
ralmente, toda una serie de ellas.El carácter principal del método catártico, que lo dife-
rencia de todos los demás procedimientos psicoterápicos,
reside, pues, en que su eficacia terapéutica no depende de
una sugestión prohibitiva del médico. Por lo contrario, es-
pera que los síntomas desaparezcan espontáneamente en
cuanto la intervención médica, basada en ciertas hipótesis
sobre el mecanismo psíquico, haya conseguido dar a los
procesos anímicos un curso distinto al que venían siguien-
do y que condujo a la producción de síntomas.Las modificaciones introducidas por Freud en el proce-
- dimiento catártico de Breuer, fueron, en un principio, me-
ramente técnicas, pero al traer consigo nuevos resultados,
acabaron por imponer una concepción distinta, aunque no
contradictoria, de la labor terapéutica.Si el método catártico había renunciado a la sugestión,
Freud avanzó un paso más y renunció también a la hipno-
sis. Actualmente trata a sus enfermos sin someterlos a in-
fluencia ninguna personal, haciéndoles adoptar simplemen-
te una postura cómoda sobre un diván y situándose él a su
espalda, fuera del alcance de su vista. No les pide tampo-
co que cierren los ojos y evita todo contacto, así como
cualquier otro manejo que pudiera recordar la hipnosis.
Una tal sesión transcurre, pues, como un diálogo entre dos==
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personas igualmente duefias de sf, una de las cuales evita
simplemente todo esfuerzo muscular y toda impresiôn sen-
sorial que pudiera distraerla y perturbar la concentraciôn
de su atenciôn sobre su propia actividad animica.Como la posibilidad de hipnotizar a una persona no de-
pende tan 8610 de la mayor ס menor destreza del médico,
sino sobre todo de la personalidad del sujeto, existiendo
muchos pacientes neuróticos a los que no hay modo de
sumir en la hipnosis, la renuncia al hipnotismo hacia posi-
ble la aplicación del procedimiento a un número ilimitado
de enfermos. Pero, por otro lado, suprimia aquella amplia-
ciön del campo de la conciencia que habia suministrado pre-
cisamente al médico el material psiquico de representacio-
nes y recuerdos con cuyo auxilio se conseguia transformar
los sintomas y liberar los afectos. Asi, pues, para mante-
ner la eficacia terapéutica del tratamiento era preciso ha-
llar algo que sustituyese a la hipnosis.Freud halló una tal sustitución, plenamente suficiente,
en las ocurrencias espontáneas de los pacientes, esto es,
en aquellas asociaciones involuntarias que suelen surgir
habitualmente en la trayectoria de un proceso mental de-
terminado, siendo apartadas por el sujeto, que no ve en
ellas sino una perturbación del curso de sus pensamientos.
Para apoderarse de estas ocurrencias, Freud invita a sus
pacientes a comunicarle todo aquello que acuda a su pen-
samiento, aunque lo juzguen secundario, impertinente o
incoherente. Pero sobre todo, les exige que no excluyan
de la comunicación ninguna idea ni ocurrencia ninguna
por parecerles vergonzosa o penosa su confesión. En su
labor de reunir este material de ideas espontáneas, al que
generalmente no se concede atención ninguna, realizó
Freud observaciones fundamentales luego para su teoría.
Ya en el reiato de su historial patológico revelaban los en-
fermos ciertas lagunas de su memoria: un olvido de hechos
reales, una confusión de las circunstancias de tiempo o unー 71 一 ~
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B. රම. VOR Bo. s > Fo D& こ な そ な ユ カ
relajamiento de las relaciones causales, que hacía incom-
prensibles los efectos. No hay ningún historial patológico
neurótico en el que no aparezca alguna de estas formas de
la amnesia. Pero cuando se apremia al sujeto para que
llene estas lagunas de su memoria por medio de un es-
fuerzo de atención, se observa que intenta rechazar, con
todo género de críticas, las asociaciones entonces emer-
gentes y acaba por sentir una molestia directa cuando por
fin surge el recuerdo buscado. De esta experiencia deduce
Freud que las amnesias son el resultado de un proceso al
que da el nombre de represión y cuyo motivo ve en
sensaciones displacientes. En la resistencia quese
opone a la reconstitución del recuerdo, cree vislumbrar
las fuerzas psíquicas que produjeron la represión.El factor «resistencia» ha llegado a ser luego uno de
los fundamentos de su teoría. En las ocurrencias espon-
táneas generalmente desatendidas, ve ramificaciones de
los productos psíquicos reprimidos (ideas e impulsos) o
deformaciones impuestas a los mismos por la resistencia
que se opone a su reproducción.Cuanto más intensa sea la resistencia, tanto mayor
será esta deformación. En esta relación de las ocurrencias
inintencionadas con el material psíquico reprimido, reposa
su valor para la técnica terapéutica. Si poseemos un pro-
cedimiento que hace posible llegar a lo reprimido partien-
do de las ocurrencias y deducir de las deformaciones lo
deformado, podremos hacer también asequible a la con-
ciencia, sin recurrir al hipnotismo, lo que antes era incons-
ciente en la vida anímica.Freud ha fundado en estas bases un arte de interpreta-
ción al que corresponde la función de extraer del mineral
representado por las ocurrencias involuntarias, el metal de
ideas reprimidas en ellas contenidas. Objeto de esta inter-
pretación no son sólo las ocurrencias del enfermo, sino
también sus sueños, los cuales facilitan un acceso directo. ー 79 一
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al conocimiento de lo inconsciente, sus actos involuntarios
y casuales (actos sintomaticos) y los errores de su vida
cotidiana (equivocaciones orales, extravio de objetos, et-
cétera). Los detalles de este arte de interpretaciôn o tra-
duccién no han sido atin publicados por Freud. Tråtase,
segün sus indicaciones, de una serie de reglas empirica-
mente deducidas, para extraer, de las ocurrencias, el ma-
terial psiquico, indicaciones sobre el sentido que ha de
darse a una ausencia o cesaciôn de tales ocurrencias en el
enfermo, y experiencias sobre las principales resistencias
tipicas que se presentan en el curso de un tal tratamiento.
Una extensa obra publicada por Freud en 1900, con el
titulo de «Interpretación de los sueños» representa ya el
primer paso de una tal introducción a la técnica psicoana-
lítica.De estas indicaciones sobre la técnica del método
psicoanalítico podría deducirse que su inventor se ha im-
puesto un esfuerzo superfluo y ha obrado equivocada-
mente al abandonar el procedimiento hipnótico, mucho
menos complicado. Pero, en primer lugar, el ejercicio de
la técnica psicoanalítica, una vez aprendida ésta, es mucho
menos difícil de lo que por su descripción parece, y en
segundo, no existe ningün otro camino que conduzca al
fin propuesto, y por lo tanto, el camino más penoso es, de
todos modos, el más corto. La hipnosis encubre la resis-
tencia y oculta asi, a los ojos del médico, el funcionamien-
to de las fuerzas psíquicas. Pero no vence la resistencia,
sino que se limita a eludirla, y de este modo, sólo procura
datos incompletos y éxitos pasajeros.: La labor que el método psicoanalitico tiende a llevar a
cabo puede expresarse en diversas fórmulas, equivalen-
tes todas en el fondo. Puede decirse que el fin de! trata-
miento es suprimir las amnesias. Una vez cegadas todas
las lagunas de la memoria y aclarados todos los misterio-
sos efectos de la vida psiquica, se hace! imposible la per-= Tüyü
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PPOF. sa PI Dk .םר VUE
sistencia de la enfermedad e incluso todo nuevo brote de
la misma. Puede decirse tambićn, que el fin perseguido es
el de destruir todas las represiones, pues el estado psiqui-
co resultante es el mismo que el obtenido una vez cega-
das todas las amnesias. Empleando una fórmula más am-
plia, puede decirse también, que se trata de hacer accesi-
ble a la conciencia lo inconsciente, lo cual se logra con el
vencimiento de la resistencia. Pero no débe olvidarse, en
todo esto, que semejante estado ideal no existe tampoco
en el hombre normal y que sólo raras veces se hace posi-
ble llevar tan lejos el tratamiento. Del mismo modo que
entre la salud y la enfermedad no existe una frontera de-
finida y sólo prácticamente podemos establecerla, el trata-
miento no podrá proponerse otro fin que la curación del
enfermo, el restablecimiento de su capacidad de trabajo y
de goce. Cuando el tratamiento no ha sido suficientemen-
te prolongado o no ha alcanzado éxito suficiente, se con-
sigue, por lo menos, un importante alivio del estado psí-
quico general, aunque los síntomas continúen subsistien-
do, aminorada siempre su importancia para el sujeto y sin
hacer de él un enfermo.El procedimiento terapéutico es, con pequeñas modi-
ficaciones, el mismo, para todos los cuadros sintomáticos
de las múltiples formas de la histeria y para todas las for-
mas de la neurosis obsesiva. Pero su empleo no es, desde
luego, ilimitado. La naturaleza del método psicoanalítico
crea indicaciones y contraindicaciones tanto por lo que se
refiere a las personas a las cuales ha de aplicarse el trata-
miento, como el cuadro patológico. Los casos más favo-
rables para su aplicación son los de psiconeurosis cróni-
ca, con síntomas poco violentos y peligrosos, esto es, en
primer lugar, todas las formas de neurosis obsesivas,
ideas o actos obsesivos, aquellas histerias en las que des-
empeñan un papel principal las fobias y las abulias; y, por
último, todas las formas somáticas de la histeria, en tanto⑧ = =
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no impongan al médico, como en la anorexia, la necesidad
de hacer desaparecer råpidamente el sintoma. En los casos
agudos de histeria habrå de esperarse la apariciôn de una
fase más tranquila, y en aquellos en los cuales predomina
el agotamiento nervioso, deberä evitarse un tratamiento
que exige por si mismo un cierto esfuerzo, no realiza sino
muy lentos progresos y tiene que prescindir, durante algiin
tiempo, de la subsistencia de los sintomas.Para que el tratamiento tenga amplias probabilidades
de éxito debe también reunir el sujeto determinadas con-
diciones. En primer lugar, debe ser capaz de un estado
psiquico normal, pues en periodos de confusiôn mental o
de depresiôn melancôlica no es posible intentar nada, ni
siquiera en los casos de histeria. Debera poseer, asimis-
mo, un cierto grado de inteligencia natural y un cierto
nivel ético. Con las personas de escaso valor pierde pron-
to el médico el interés que le capacita para ahondar en la
vida animica del enfermo. Las deformaciones graves del
caråcter y los rasgos de una constituciôn verdaderamente
degenerada se hacen sentir durante el tratamiento como
fuentes de resistencias apenas superables. La constitu-
ciôn pone, pues, en esta medida, un limite a la eficacia de
la psicoterapia. También una edad prôxima a los cincuenta
afios crea condiciones desfavorables para la psicoanålisis.
La acumulaciôn de material psiquico dificulta ya su mane-
jo, el tiempo necesario para el restablecimiento resulta de-
masiado largo y la facultad de dar un nuevo curso a los
procesos psiquicos comienza a paralizarse.No obstante estas restricciones, el número de perso-
nas a quienes puede aplicarse el método psicoanalitico es
extraordinariamente amplio, y muy considerable también,
segün las afirmaciones de Freud, la extension de nuestro
poder terapéutico. Freud 868818 como duraciôn del trata-
miento, un periodo muy amplio, de seis meses a tres afios,
pero hace constar, que por diversas circunstancias, fäcil-AA
t
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S.
A KI PO JE JĄ WAB
mente adivinables, sólo ha podido probarlo en casos muy
graves, en enfermos muy antiguos, llegados ya a una ple-
na incapacidad funcional, que se han visto defraudados
por todos los demas tratamientos, y acuden, como ültimo
recurso, al discutido método psicoanalitico. En casos me-
nos graves, la duración del tratamiento habria de ser mu-
cho menor y se alcanzaria una mayor garantia de curación
para el porvenir.»"gle i
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