Las neuropsicosis de defensa 1894-001/1927.es
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    Las neuropsicosis de defensa

    Ensayo de una teoria psicolögica de la histeria adquirida, de
    muchas fobias y representaciones obsesivas y de ciertas psico-
    sis alucinatorias.

    El detenido estudio de varios enfermos nerviosos,
    aquejados de fobias y representaciones obsesivas, nos
    sugiriö un intento de explicaciön de estos sintomas,
    que ulteriormente nos ha permitido descubrir el origen
    de tales representaciones patolögicas en ofros nuevos
    casos, razön por la cual lo creemos digno de publica-
    ciön y examen. Simultäneamente a esta «teoria
    psicolögica delasfobias y las repre-
    sentacionesobsesivas», resultö, de nues-
    tra observaciön de los enfermos, una aportaciön ala
    teoria de la histeria, o mäs bien una modificaciön de
    tal teoria, modificaciön que responde a un importante
    caräcter comün a la histeria y a la neurosis menciona-
    da. Hemos tenido, ademäs, ocasiön de penetrar en el
    mecanismo psicolögico de una forma patolögica de
    innegable caräcter psiquico, y al hacerlo, hallamos
    que la orientaciön de nuestro nuevo punto de vista
    permitfa establecer un visible enlace entre tales psi-
    cosis y las dos neurosis a que nos venimos refiriendo.
    Al final del presente ensayo expondremos la hipötesis
    auxiliar de la que en los tres casos indicados, nos he-
    mos servido.

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    PR OF. SS. FR EU D

    Comenzaremos por presentar la modificaciön que
    nos parece indispensable infroducir en la teoria de la
    neurosis histerica.

    Desde los excelentes trabajos de P. Janet, J. Breuer
    y.otros, parece indiscutible que el complejo sintomäti-
    co de la histeria justifica la hipötesis de una disocia-
    ciön de la conciencia, con formaciön de grupos psi-
    quicos separados. En cambio, por lo que respecta a
    las opiniones sobre el origen de esta disociaciön de la
    conciencia y sobre el papel que este caräcter desem-
    pefia en la neurosis histerica, no reina tanta claridad.

    Segun la teoria de Janet (1), la disociaciön de la
    conciencia es un rasgo primario de la modificaciön
    histerica y depende de una debilidad cong£nita de la
    capacidad de sintesis psiquica, o sea de una angostu-
    ra del «campo de conciencia>, que testimonia, en cali-
    dad de estigma psiquico, de la degeneraciön de los in-
    dividuos histericos.

    A la teoria de Janet, contra la cual pueden elevarse,
    a nuestro juicio, numerosas objeciones, se opone la
    desarrollada por J. Breuer en nuestra comunicaciön
    sobre la histeria (2). Segün Breuer, es «base y condi-
    ciön» de la histeria, la existencia de singulares estados

    (1) «Etat mental des hysteriques». Paris 1895 y 1894.—« Quel-
    ques definitions r&centes de l’'hysterie» Arch. de Neurol. 1895.
    —XRXV-VI.

    (2) Vease en el tomo X de estas «Obras completas», el estu-
    dio titulado «El mecanismo psfquico de los fenömenos histe-
    ricos».

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    ENSAY’YOS. 1892-1599

    de conciencia oniriformes, con disminuciön de la fa-
    cultad asociativa, para los cuales propone el nombre
    de «estados hipnoides». La disociaciön de la
    conciencia es entonces una disociaciön secundaria,
    adquirida, motivada por el hecho de que las represen-
    taciones surgidas en los estados hipnoides se hallan
    excluidas del comercio asociativo con los restantes
    contenidos de la conciencia.

    Como prueba de nuestras anferiores afirmaciones,
    podemos presentar ahora dos otras formas extremas
    de la histeria, en las cuales no puede considerarse pri-
    maria, en el sentido de Janet, la disociaciön de la
    conciencia. En la primera de dichas formas, nos ha
    sido posible demostrar, repetidas veces, que la diso-
    ciaciön del contenido de la conciencia es consecuen-
    cia de una voliciön del enfermo, siendo iniciada por
    un esfuerzo de la voluntad cuyo motivo puede ser de-
    terminado. Naturalmente, no afirmamos con esto, que
    el enfermo se proponga provocar una disociaciön de
    la conciencia. La intenciön del enfermo es muy otra y
    y no llega a cumplirse, acarreando, en cambio, una
    disociaciön de la conciencia.

    En una tercera forma de la histeria, que se nos ha
    descubierto en el anälisis psiquico de enfermos inte-
    ligentes, desempefia la disociaciön de la conciencia
    un papel insignificante o quizä nulo. Son &stos los ca-
    sos en los que sölo perdura la reacciön a estimulos
    traumäticos y que pueden ser curados por derivaciön
    del trauma, o sea las purashisterias de reten-
    ceiön.

    Alos fines de nuesiro esiudio de las fobias y las re-
    presentaciones obsesivas sölo nos interesa la segun-
    da forma de la histeria, a la cual damos, por motivos
    fäcilmente visibles, el nombre de histeria de defen-

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    PROF. SS. FRE U D

    sa, distinguiendola asi, de las histerias hipnoides y
    de las de retenciön.

    Igualmente, podriamos presentar, por lo pronto, es-
    tos casos de histeria como «adquiridos», pues en ellos
    no podrä hablarse para nada de una grave tara here-
    ditaria ni de una propia disminuciön degenerativa.

    Los dos pacientes por mi analizados, habfan goza-
    do, en efecto, de salud psiquica, hasta el momento en
    que surgiö en su vida de representaciön, un caso de
    incompatibilidad, esto es, hasta que llegö a su Yo una
    experiencia, una representaciön o una sensaciön, que
    al despertar un afecto penosisimo, movieron al sujeto
    a decidir olvidarlos, no juzgändose con fuerzas sufi-
    cientes para resolver, por medio de una labor mental,
    la contradicciön entre su Yo y la representaciön into-
    lerable.

    Tales representaciones intolerables florecen casi
    siempre, tratändose de sujetos femeninos, en el terre-
    no de la experiencia o la sensibilidad sexuales, y las
    enfermas recuerdan con toda la precisiön deseable sus
    esfuerzos para rechazarlas y su propösito de domi-
    narlas y no pensar en ellas. Nuestra actividad clinica
    nos ha dado a conocer multitud de casos de este ge-
    nero, entre los que citaremos el de una muchacha, que
    halländose asistiendo a su padre enfermo, se repro-
    chaba duramente pensar en un joven que le habfa he-
    cho experimentar una ligera impresiön erötica, y el de
    una instifutriz, enamorada del sefior de la casa, que
    decidiö ahogar su amorosa inclinaciön, por un senfi-
    miento de orgullo.

    No puedo afirmar que un tal esfuerzo de la volun-
    tad por expulsar del pensamiento algo determinado
    sea un acto patolögico, ni tampoco que aquellas per-
    sonas que bajo iguales influencias psiquicas permane-

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    ENSAYO0S. 1892-1899

    cen sanas consigan realmente el deseado olvido. S6lo
    se, que en los pacientes por mi analizados, no habia
    sido nunca alcanzado, llevändolos, en cambio, a di-
    versas reacciones patolögicas, que produjeron, bien
    una histeria, bien una representaciön obsesiva o una
    psicosis alucinatoria. En la capacidad de provocar
    con el indicado esfuerzo de la voluntad, uno de di-
    chos estados, enlazados todos con una disociaciön
    de la conciencia, hemos de ver la expresiön de una
    disposiciön patolögica, que, sin embargo, no ha de
    identificarse necesariamente con una «degeneraciön»
    personal o hereditaria.

    Sobre el camino que conduce desde el esfuerzo de
    voluntad del paciente hasta la emergencia del sintoma
    histerico, me he formado una opiniön que en el lengua-
    je abstracto psicolögico usual, puede formularse, apro-
    ximadamente, como sigue: La labor que el Yo se plan-
    tea, de considerar como «non arrivee» la representa-
    ciön intolerable, es directamente insoluble para e]; nila
    huella mnemica ni el afecto a ella inherente pueden ser
    hechos desaparecer, una vez surgidos. Pero hay algo
    que puede considerarse equivalente a la soluciön de-
    seada, y es el lograr debilitar la representaciön
    de que se trafe, despojändola del afecto a ella inheren-
    te, esto es, de la magnitud de estimulo que consigo
    trae. La representaciön asi debilitada no aspirarä ya a
    la asociaciöon. Mas la magnitud de estimu-
    lo de ella separada, habrä de encon-
    trar undistintoempleo.

    Hasta aquf, muestran la histeria y las fobias y re-
    presentaciones obsesivas, iguales procesos. No asi
    en adelante. En la histeria, la representaciön intolera-
    ble queda hecha inofensiva por la transforma-
    ciöndesu magnitd de estimuloen ex-

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    PR OF. SS. FF RE U D

    citaciones somäticas, proceso para el cual
    proponemos el nombre de conversiön.

    La conversiön puede ser total o parcial y sucede a
    aquella intervenciön motora o sensorial mäs o menos
    intimamente enlazada con el suceso traumätico. EI Yo
    consigue con ello, verse libre de contradicciön, pero
    en cambio, carga con un simbolo mnemico que en
    calidad de inervaciön motora insoluble o de sensaciön
    alucinatoria de confinuo reforno, habita, como un pa-
    räsito, en la conciencia y perdura hasta que tiene lu-
    gar una conversiön opuesta. La huella mn&mica no
    desaparece por ello sino que forma, a partir de aquf,
    el nödulo de un segundo grupo psiquico.

    En pocas palabras, expondr& nuestra anunciada
    opiniön de los procesos psicofisicos en la histeria:
    Constitufdo un tal nödulo de una disociaciön histeri-
    ca, en un «momento traumätico», crece luego, en otros
    momentos, a los que podemos llamar «momentos
    traumäticos auxiliares», en cuanto una nueva impre-
    siön de igual genero consigue traspasar las barreras
    alzadas por la voluntad, aportar nuevo afecto a la re-
    presentaciön debilitada e imponer por algün tiempo el
    enlace asociativo de ambos grupos psiquicos, hasta
    que una nueva conversiön restablece la defensa.—La
    distribuciön del estimulo que asi se establece en la his-
    teria, resulta casi siempre harto inestable. La excita-
    ciön impulsada por un falso camino (por el de la iner-
    vaciön somätica), retrocede entretanto hasta la repre-
    sentaciön de la que fu& separada, y fuerza entonces al
    sujeto a su elaboraciön asociativa o a su descarga en
    ataques histericos, como lo prueba la conocida antite-
    sis formada por los ataques y los sintomas permanen-
    tes. El efecto del metodo catärtico de Breuer consiste
    en crear un tal retroceso de la excitaciön desde lo fisi-

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    ENSAYO0OS. 1892-1399

    co a lo psiquico y conseguir luego solucionar la con-
    tradicciön por medio del trabajo mental del sujeto y
    descargar la excitaciön por medio de la comunicaciön
    oral.

    Si la disociaciön de la conciencia en la histeria ad-
    quirida, reposa sobre un acto de la voluntad, se expli-
    ca ya fäcilmente el hecho singular de que la hipnosis
    amplie siempre la restringida conciencia de los histe-
    ricos y haga accesible el grupo psiquico disociado.
    Sabemos, en efecto, que todos los estados anälogos
    al suefio suprimen aquella distribuciön de la energia
    sobre la que reposa la «voluntad» de la personalidad
    consciente.

    Consideramos, pues, como el factor caracteristico
    de la histeria, no la disociaciön de la conciencia, sino
    la faeultad deconversiön, y vemos una par-
    te muy importante de la disposiciön a la histeria, por
    lo demäs aün desconocida, en la transferencia ala
    inervaciön somätica, de tan grandes magnitudes de
    inervaciön.

    Esta propiedad no excluye por si sola la salud psi-
    quica, y no conduce a la histeria mäs que en el caso
    de una incompatibilidad psiquica o de un almacena-
    miento de la excitaciön. Con esta orientaciön, nos acer-
    camos, Breuer y yo, a las conocidas definiciones da-
    das por Oppenheim (1) y Struempell (2), separändo-

    (1) Oppenheim: La histeria es una manifestaci6n intensifica-
    da, de la emociön. La «manifestaciön de la emociön» representa
    aquel montante de excitaciön psiquica que experimenta, normal-
    mente, una conversiön.

    (2) En el segundo capitulo de su excelente estudio «Quelques-
    definitions, etc.», se ha ocupado tambien Janet de la objeciön que
    a sus asertos supone el que la disociaciön de la conciencia sea
    propia, igualmenie, de las psicosis y dela llamada psicastenia,

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    PR OF. SS. FRE .UD

    nos, en cambio, de Janet, que atribuye un papel dema-
    siado amplio, en la caracteristica de la histeria, a la
    disociaciön de la conciencia. Con la exposiciön que
    antecede, esperamos, por nuestra parte, haber hecho
    comprensible el enlace de la conversiön con la diso-
    ciaci6n histerica de la conciencia.

    11

    Cuando en una persona de disposiciön nerviosa,
    no existe la aptitud a la conversiön y es, no obstante,
    emprendida, para rechazar una representaciön intole-
    rable, la separaciön de la misma de su afecto conco-
    mitante, este afecto tiene que permane-
    cer existiendo en lo psiquico. La re-
    presentaciön asi debilitada queda apartada de toda
    asociaciön en la conciencia pero su afecto,
    devenido libre, se adhiere a otras
    representaciones, nointolerablesen
    si, alas que este «falso enlace» con-
    vierte en representaciones obsesi-
    vas. Esia es, en pocas palabras, la teoria psicolö-
    gica de las representaciones obsesivas y las fobias, a
    la que aludimos al iniciar el presente estudio.

    Indicaremos ahora cuäles de los eslabones de esta
    teoria son directamente comprobables y cuäles otros

    pero, a nuestro juicio, no ha conseguido resolverla. Esta objeciön
    es la que le Ileva, principalmente, a declarar que la histeria es
    una forma de la degeneraci6n. Pero no consigue diferenciar por
    alguna caracteristica especial, la disociaciön histerica de la con-
    ciencia, de la disociaciön psicötica, etc.

    12 —

  • S.

    ENSAYOS. 1892.189%9

    han sido afiadidos por nosotros, a modo de comple-
    mento. Directamente comprobable es, en primer lugar,
    a mäs del termino del proceso, o sea la representa-
    ciön obsesiva, la fuente de la que nace el afecto falsa-
    mente enlazado. En todos los casos por mi analiza-
    dos, era la vida sexual] la que habia suminis-
    trado un afecto penoso de exactamente la misma cali-
    dad que el enlazado a la representaciön obsesiva.
    Te6ricamente, no es imposible que este afecto nazca
    alguna vez en otros sectores, mas nuestra experiencia
    clinica no nos ha presentado hasta ahora caso ningu-
    no de este genero. Por otro lado, es comprensible que
    la vida sexual sea la que mäs ocasiones de, para la
    emergencia de representaciones intolerables.

    Directamente comprobable es tambien, por las in-
    equivocas manifestaciones de los enfermos, el esfuer-
    zo de voluntad, la tentativa de defensa a la que nues-
    tra teoria da singular importancia, y en toda una serie
    de casos, afirman los enfermos mismos, que la fobia
    o la representaciön obsesiva, surgi6 cuando el esfuer-
    zo de voluntad parecia haber alcanzado su intenciön.
    «Lina vez me sucediö algo muy desagradable y me
    propuse, con todas mis fuerzas, apartarlo de mi ima-
    ginaciön y no pensar en ello. Por fin lo conseguf,
    pero enfonces surgiö esto que ahora me pasa y de lo
    que no he conseguido librarme». Con estas palabras,
    me confirmö una paciente los puntos principales dela
    teoria aqui desarrollada.

    No todos los enfermos de representaciones obsesi-
    vas ven fan claramente el origen de las mismas. Por
    lo general, cuando llamamos la atenciön del enfermo
    sobre la representaciön primitiva, de naturaleza se-
    xual, obtenemos la respuesta siguiente: «No, eso no
    tiene nada que ver con mi estado actual. Nunca pense

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    PROF. SS. FR E UD

    mucho en ello. Al principio, sf me asust6 un poco,
    pero luego dejö de preocuparme y no me ha vuelto a
    intranquilizar». Esta objeciön tan frecuente integra
    una prueba de que la representaciön obsesiva consti-
    tuye un sustitutivo o un subrogado de la representa-
    ciön sexual intolerablz y la ha sustituido en la con-
    ciencia.

    Entre el esfuerzo de voluntad del paciente que con-
    sigue reprimir la representaciön sexual inaceptable y
    la emergencia de la representaciön obsesiva, que,
    poco intensa en si, aparece aqui provista de un afecto
    incomprensiblemente intenso, se abre la laguna que
    nuestra teoria intenta llenar. La separaciön de la re-
    presentaciön sexual de su afecto y el enlace del mismo
    con ofra representaciön adecuada, pero no intolera-
    ble, son procesos que se desarrollan sin que la con-
    ciencia tenga noticia de ellos, y que por lo tanto, sölo
    podemos suponer, sin que nos sea dable demostrarlos
    por medio de un anälisis clinico-psicolögico. Quizä
    fuera mäs exacto decir, que no se trata de procesos de
    naturaleza psiquica, sino de procesos fisicos, cuya
    consecuencia psiquica se manifestase como si lo ex-
    presado con los t&rminos de «separaciön de la repre-
    sentaciön de su afecto y falso enlace de este ültimo»
    hubiera sucedido realmente.

    Junto a los casos que demuestran una sucesiön de
    la representaciön sexual intolerable y la representaciön
    obsesiva, hallamos otros en los que se nos muestra
    una coexistencia de representaciones obsesivas y re-
    presentaciones sexuales de caräcter penoso.

    Estas ültimas no pueden calificarse apropiadamente
    de «representaciones obsesivas sexuales», pues care-
    cen de un caräcter esencial de las representaciones
    obsesivas, toda vez que se muestran perfectamente

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  • S.

    ENSAYOoS. 1892-1899

    justificadas, mientras que el caräcter penoso de lasre-
    presentaciones obsesivas comunes constituye un pro-
    blema para el medico y para el enfermo. En cuanto
    me ha sido dado penetrar en casos de este genero, he
    podido comprobar, que se trata de una defensa conti-
    nuada contra representaciones sexuales disfintas, in-
    cesantemente emergentes, o sea de una labor que no
    habia llegado a termino.

    Los enfermos suelen ocultar sus representaciones
    obsesivas en tanto tienen conciencia de su proceden-
    cia sexual. Cuando se lamentan de ellas, manifiestan
    generalmente su asombro de sucumbir al efecto co-
    rrespondiente, angustiarse, experimentar determina-
    dos impulsos, etc. En cambio, el m&dico perito en la
    materia encuentra justificado y comprensible el afecto,
    hallando tan sölo singular su enlace con una repre-
    sentaciön que no lo justifica. O dicho de otro modo:
    El afecto de la representaciön obsesiva le parece
    dislocado otraspuesto, y si ha adoptado
    la teorfa aqui descrita, intentarä, en toda una serie de
    casos de representaciones obsesivas, su trasposiciön
    regresiva a lo sexual.

    Para el enlace secundario del afecto devenido libre,
    puede ser utilizada cualquier representaciön que por
    su naturaleza, sea susceptible de conexiön con un
    afecto dela cualidad dada o tenga, con la intole-
    rable, cierfas relaciones, a consecuencia de las cuales,
    aparezca utilizable como subrogado suyo. Asi, la an-
    gustia devenida libre ycuyo origen sexual no debe
    ser recordado, se enlaza a las comunes fobias prima-
    rias de los hombres a los animales, a las tormentas,
    a la obscuridad, etc., o a cosas de innegable relaciön
    asociafiva con lo sexual, tales como los actos de orinar
    y defecar, y en general, a la impureza y al contagio.

    115 —

  • S.

    PROF. SS. FRE UD

    La ventaja que obtiene el Yo eligiendo, para la de-
    fensa, el camino de la transposiciön del afec-
    to, es menor que la que ofrece la conversiön histerica
    de excitaciön psiquica en inervaciön somätica. El afec-
    to bajo el cual ha padecido el Yo, permanece intacto,
    con la sola diferencia de que la representaciön intole-
    rable queda exclufda del recuerdo. Las representacio-
    nes asi reprimidas, constituyen, por su parte, el nödu-
    lo de un segundo grupo psiquico, accesible, a nurestro
    parecer, tambien sin la ayuda de la hipnosis. El que
    en las fobias y las representaciones obsesivas falten
    aquellos visibles sintomas concomitantes a la forma-
    ciön de un grupo psiquico independiente, obedece pro-
    bablemente a que en el primer caso, toda la modifica-
    ciön permanece circunscrita a lo psiquico, no experi-
    mentando cambio alguno la relaciön entre la excita-
    ciön psiquica y la inervaciön somätfica.

    Con algunos ejemplos de naturaleza probablemente
    tipica, aclararemos lo dicho hasta aquf sobre las re-
    presentaciones obsesivas:

    1) Una muchacha padece de reproches obsesivos.
    Cuando en el periödico, lee haberse descubierto una
    falsificaciön de moneda o un crimen cuyo autor se ig-
    nora, piensa en seguida estar complicada en la falsifi-
    caciön, o se pregunta, con angustia, si no habrä sido
    ella la homicida, dändose, sinn embargo, clara cuenta
    de lo absurdo de tales imaginaciones. Durante algün
    tiempo, tal conciencia de su culpabilidad adquiriö tan
    gran dominio sobre ella, que llegö a ahogar su juicio
    critico, llevändola a acusarse ante sus familiares y su
    medico, de haber cometido realmente semejantes deli-
    tos. Un penetrante interrogatorio descubri6 el origen
    de su conciencia de culpabilidad. Excitada por una
    sensaciön voluptuosa casualmente experimentada, y

    _ 1m —

  • S.

    ENSAYOS. 7892-1899

    siguiendo los malos consejos de una amiga suya, ha-
    bia comenzado a masturbarse y venfa entregada a este
    vicio desde varios afios aträs, con plena conciencia
    de su falta, que se reprochaba duramente, pero como
    de costumbre en estos casos, sin conseguir enmien-
    da. Un exceso cometido al retorno de un baile provo-
    cö la emergencia de la psicosis.—La paciente curö
    despues de algunos meses de tratamiento y de severa
    vigilancia.

    2) Otra muchacha padecia el temor a verse ataca-
    da de incontinencia de orina, desde que un vehemente
    deseo de orinar le habia obligado a abandonar en una
    ocasiön, un featro, durante un concierto. Esta fobia la
    habia incapacitado, poco a poco, para toda vida so-
    cial. S6lo se sentia tranquila cuando sabia fener prö-
    ximo un W. C. al que poder llegar disimuladamente.
    No existia en ella, vestigio alguno de enfermedad or-
    gänica, que pudiese justificar sus temores. Halländose
    en su casa, entre sus familiares, no experimentaba ja-
    mäs el temido incoereible deseo, ni tampoco durante
    la noche. Un detenido examen descubriö que dicho
    deseo la habia acometido, por vez primera, en las si-
    guientes eircunstancias: En la sala de conciertos, se
    hallaba sentado cerca de ella un caballero que no le
    era indiferente. Al verle, comenzö a pensar enälya
    imaginarse ser su mujer y estar sentada a su lado.
    Durante esta ensofiaciön, experimentö aquella sensa-
    ciön que en las mujeres, hemos de comparar a la erec-
    ciön masculina y que en su caso—ignoramos si en
    todos— terminö con un ligero deseo de orinar. La re-
    terida sensaciön sexual, habitual en ella, la asustö en
    esta ocasiön, porque habia formado el firme propösito
    de combatir su inclinaciön amorosa, e inmediatamen-
    te, el afecto inherente a la misma se transfiriö al deseo

    - 17 —

  • S.

    PROF. SS. FR CE U D

    de orinar que la acompafiaba, viendose obligada la
    sujeto, despu&s de una penosa lucha, a abandonar la
    sala. Esta joven, a quien toda realidad sexual horro-
    rizaba, no concibiendo siquiera que pudiera casarse
    algün dia, era, por otro lado, de una tal hiperestesia
    sexual, que en las ensofiaciones eröticas a que se
    abandonaba gustosa, experimentaba regularmente la
    referida sensaciön voluptuosa. El deseo de orinar ha-
    bia acompafiado siempre a la erecciön sin haberla im-
    presionado hasta el dia del concierto. EI tratamiento
    alcanz6 la curaciön casi completa de la fobia.

    5) Una joven casada, que en cinco afios de matri-
    monio sölo habia tenido un hijo, se me quejaba de
    sentir un impulso obsesivo de arrojarse por el balcön
    yde que a la vista de un cuchillo se apoderaba de ella
    el miedo a verse impulsada a cogerlo y matar con @]
    a su hijo. A mis preguntas, confesö que sölo muy ra-
    ras veces practicaba ya el comercio matrimonial y
    siempre con precauciones para evitar la concepciön,
    afadiendo que ello no le disgustaba nada, pues era
    de naturaleza poco sensual. Por mi parte, hube de ma-
    nifestarla, que lo cierto era, que a la vista de los hom-
    bres, surgian en ella representaciones eröticas, y que
    este hecho la habia Ilevado a perder su confianza en
    ‚si misma, apareciendose como una persona degradada
    y capaz de todo. Esta retraducciön de la representa-
    ciön obsesiva a lo sexual alcanzö pleno €xito. La pa-
    ciente confesö, llorando, su miseria conyugal, por tanto
    tiempo ocultada, y me comunic6 mäs tarde, varias re-
    presentaciones penosas de caräcter sexual no modifi-
    .cado, tales como la sensaciön frecuentisima de que se
    le entraba algo por debajo de las faldas.

    Terapeuticamente, he aprovechado estas repetidas
    ‚experiencias, para orientarme, a pesar de las protestas

    — 138 —

  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    del enfermo, en los casos de fobias y representacio-
    nes obsesivas, hacia las representaciones sexuales re-
    primidas, y cegar, cuando ello es posible, las fuentes
    de que provienen. Naturalmente, no puedo afirmar
    que todas las fobias y todas las representaciones ob-
    sesivas nazcan en la forma aqui descrita, pues en pri-
    mer lugar, mi experiencia no comprende sino un nü-
    mero de formas, muy limitado, en comparaciön con
    las muchas que toman estas neurosis, y en segundo,
    se muy bien que estos sintomas «psicastenicos» (se- .
    gün la calificaciön de Janet) no son fodos equivalen-
    tes (1). Hay, por ejemplo, fobias puramente histericas.
    Pero, a mi juicio, el mecanismo dela transposi-
    ciön del afecto es propio de la gran mayorfa de las
    fobias y representaciones obsesivas, y creo que estas
    neurosis, que tan pronto hallamos aisladas, como
    combinadas con la histeria o la neurastenia, no deben
    ser confundidas con la neurastenia, en la que no se
    puede suponer un mecanismo psiquico como sin-
    toma fundamental.

    En los dos casos hasta ahora examinados, la de-
    fensa contra la representaciön intolerable tenfa efecto
    por medio de la disociaciön de su afecto concomitan-

    (1) EI mecanismo psiquico arriba expuesto, no es aplicable
    a aquel grupo de fobias tipicas cuyo prototipo es la agora-
    fobia, Por el contrario, el mecanismo de la agorafobia difiere
    en un extremo decisivo, del de las representaciones obsesivas y
    las fobias a ellas reducibles. No existe en ella, representaciön re-
    primida alguna de la que haya sido separado el afecto angus-
    tioso. La angustia de estas fobias tiene un distinto origen.

    19 — 9

  • S.

    PROF. 5S5S. FRE .UD

    te. La representaciön permanecia en la conciencia, si
    bien aislada y debilitada. Pero hay alin otra forma de
    la defensa, mucho mäs energica y eficaz, consistente
    en que el Yo rechaza la representaciön intolerable con-
    juntamente con su afecto, y se conduce como si la re-
    presentaciön no hubiese jamäs llegado a &l. En el
    momentoenqueestoquedaconsegui-
    do,sucumbeelsujeto a una psicosis
    quehemosdecalificar de «locura alu-
    cinatoria»: Un ünico ejemplo aclararä esta nues-
    tra afirmaciön.

    Una muchacha ha ofrendado a un hombre su pri-
    mera inclinaciön amorosa y cree firmemente, ser co-
    rrespondida, en lo cual se equivoca, pues si el joven
    frecuenta su casa es por un distinto motivo. Pronto
    comienza a sufrir desilusiones. Al principio, se defien-
    de de ellas convirtiendo histericamente la experiencia
    dolorosa y conserva asi su fe en que el amado vol-
    verä un dia y pedirä su mano. Pero a consecuencia de
    una conversiön imperfecta y de constantes impresio-
    nes penosas, se siente desgraciada y enferma. Su es-
    peranza se concentra, por ültimo, en un determinado
    dia, en elque se celebra en su casa, una fiesta familiar.
    Mas el dia transcurre sin que el joven acuda. Pasados
    todos los trenes en los que podia liegar, cae la sujeto
    en una locura alucinatoria: Su amor ha llegado, oye su
    voz en el jardin y baja a recibirle. A partir de este mo-
    mento, vive por espacio de dos meses, en un dichoso
    sueo: el joven estä siempre a sulado,no la abandona
    un instante y todo ha vuelto a ser como antes (como
    en la &poca anterior a las desilusiones tan trabajosa-
    mente rechazadas). La histeria y la depresiön de äni-
    mo han quedado vencidas. Durante toda la enferme-
    dad no habla la sujeto para nada de la ültima epoca

    — 150 —

  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    de dudas y sufrimiento. Es feliz mientras se la deja
    tranquila, y s6lo se exalta cuando alguna medida de
    sus familiares la impide realizar alguna lögica conse-
    cuencia de su dichoso ensueno. Esta psicosis, incom-
    prensible en su fiempo, queda explicada diez afios mäs
    tarde en un anälisis hipnötico.

    El hecho sobre el que yo quiero Hamar la atenciön,
    es.el de que el contenido de una tal psicosis alucina-
    toria consisfe precisamente en la acentuaciön de la re-
    presentaciön amenazada por el motivo de la enferme-
    dad. Puede, por lo tanto, decirse, que el Yo ha recha-
    zado la representaciön intolerable, por medio de la hui-
    da a la psicosis. El proceso que lleva a este resultado
    escapa tanto a la auto-percepciön del sujeto como al
    anälisis psicolögico-clinico. Debe ser considerado
    como la expresiön de una elevada disposiciön pato-
    lögica y puede, quizä, describirse, como sigue: El Yo se
    separa de la representaciön intolerable, pero &sta se
    halla inseparablemente unida a un frozo de la realidad,
    y.aldesligarse de ella el Yo, se desliga tambien, total
    o parcialmente, de la realidad. Esto ültimo es, a mi
    juicio, la condiciön para reconocer a las propias re-
    presentaciones, vida alucinatoria, y con ello cae el su-
    jeto, una vez alcanzada la repulsa de la representaciön
    intolerable, en la locura alucinatoria.

    No dispongo sino de muy pocos anälisis de psico-
    sis de este genero, pero creo ha de tratarse de un tipo
    muy frecuentemente utilizado, de enfermedad psiquica,
    pues en ningün manicomio faltan los casos, anäloga-
    mente interpretables, de la madre que, enajenada por
    la muerte de su hijo, mece incansablemente en sus bra-
    zos, un trozo de madera, o de la novia despreciada,
    que todos los dfas espera, durante afios y afios, la Ile-
    gada de su novio, y se compone para recibirle.

    — 1531 —

  • S.

    PROF. SS. FRE UD

    No es quizä superfluo acentuar, que las tres formas
    de la defensa aquf descritas, y con ellas las tres for-
    mas de enfermedad a las que la defensa lleva, pueden
    presentarse reunidas en una misma persona. La apa-
    riciön simultänea de fobias y sintomas histericos, tan
    frecuentemente observada en la präctica, es uno de los
    factores que dificultan la separaciön de la histeria, de
    las demäs neurosis, y obligan a establecer las «neu-
    rosis mixtas». La locura alucinatoria no es con fre-
    cuencia, compatible con la perduraciön de la histeria,
    ni por lo regular, con la de las representaciones obse-
    sivas. En cambio, no es nada raro que una psicosis
    de defensa irrumpa episödicamente en el curso de una
    neurosis hist&rica o mixfa.

    Recordare, por ültimo, con pocas palabras, la idea
    auxiliar de la cual me he servido en esta descripciön
    de las neurosis de defensa. Tal idea es la de que en
    las funciones psiquicas, debe distinguirse algo (mon-
    tante del afecto, magnitud de la excitaciön) que tiene
    todas las propiedades de una cantidad—aunque no
    poseamos medio alguno de medirlo—, algo suscepti-
    ble de aumento, disminuciön, desplazamiento y des-
    carga, que se extiende por las huellas mn&micas de
    las representaciones como una carga electrica por las
    superficies de los cuerpos.

    Esta hipötesis, en la que se basa ya nuestra teoria
    de la «derivaciön por reacciön», puede utilizarse en el
    mismo sentido que los fisicos utilizan la de la corrien-
    te del flüido electrico. De todos modos, queda por lo
    pronto, justificada, por su utilidad para la sintesis y la
    explicaciön de muy diversos estados psiquicos.

    182 —

  • S.

    ENSAYOS. 1892-1899

    Sobre la justificacißn de separar, de la
    neurastenia, un cierto complejo de sinto-
    mas, a titulo de «neurosis de angustia».

    Mientras se continie dando a la palabra «neuraste-
    nia» todos los significados en los que Beard hubo de
    emplearla serä dificil decir nada generalmente välido
    sobre la enfermedad a la que califica. A mi juicio, ha
    de ser muy ventajoso, para la neuropatologia, intentar
    separar de la neurastenia propiamente dicha, todas
    aquellas perturbaciones neuröficas cuyos sintomas se
    hallan mäs firmemente enlazados entre sf que con los
    sintomas neurastenicos ifpicos, y aquellas otras que en
    su etiologia y en su mecanismo, difieren esencialmen-
    te de la neurosis neurast£nica tipica.

    Esta labor clasificadora nos proporcionarä pronto
    una imagen relativamente uniforme de la neurastenia,
    y habrä de permitirnos distinguir de la neurastenia au-
    tenfica, con mayor precisiön que hasfa ahora, diver-
    sas seudoneurastenias, tales como el cuadro clinico
    de la neurosis refleja nasal, orgänicamente provoca-
    da, las perturbaciones nerviosas de las caquexias y de
    la arterioesclerosis y los estadios iniciales de la parä-
    lisis progresiva y de algunas psicosis. Ademäs, se
    harä posible separar—siguiendo la propuesta de Moe-
    bius—algunos estados nerviosos de los degenerados
    hereditarios y se encontraran razones para adscribir
    mäs bien a la melancolfa, algunas neurosis de natura-
    leza intermitente o periödica, a las que hoy se da el
    nombre de neurastenia. Pero el paso decisivo consis-
    te en separar de la neurastenia, un cierto complejo de

    155 —

  • S.

    PROF. SS. FR EU D

    sintomas, que a continuaciön describiremos y que Ile-
    na muy cumplidamente las condiciones antes detalla-
    das. Los sintomas de este complejo, se muestran, cli-
    nicamente, mucho mäs pröximos unos a ofros, que a
    los neurastenicos (esto es, aparecen, con frecuencia,
    juntos y se representan unos a otros en el curso de la
    enfermedad) y tanto la etiologia como el mecanismo
    de la neurosis a la que corresponden son fundamen-
    talmente distintos de los propios de la neurastenia au-
    tentica, tal y como &sta queda despu6s de efectuar la
    indicada separaciön.

    Damos a este complejo de sintomas el nombre de
    «neurosis de angustia», por la circunstancia de que
    todos sus componentes pueden ser agrupados en tor-
    no de uno, principal, que es la angustia. En un princi-
    pio, crefmos original esta nuestra interpretaciön de los
    sintomas de la neurosis de angustia, pero un dia cay6
    en nuestras manos una interesante conferencia de Hec-
    ker en la que hallamos desarrollada clara y cumplida-
    mente, igual teoria (1). Sin embargo, Hecker no sepa-
    ra de la neurosis, como yo me propongo hacerlo, los
    sintomas en los que reconoce equivalentes o rudimen-
    tos del ataque de angustia, sin duda por no haberse
    dado cuenta de la diferencia etiolögica existente. El
    conocimiento de esta diferencia nos deja en libertad
    para dar a los sintomas de la neurosis de angustia un
    calificativo distinio del de neurast&nicos, haciendose-
    nos, asi, mäs fäcil, establecer afirmaciones generales.

    (1) E. Hecker: «Ueber larvierte und abortive Angstzustaende
    bei Neurasthenies. Zentralblatt fuer Nervenheilkunde, Dezem-
    ber 1895.—En su estudio, «Der neurasihenische Angstaftekt bei
    Zwangvorstellungen und der primordiale Gruebelzwang», Wien
    1895, considera Kaan la angustia como uno de los sfntomas
    principales de la neurastenia.

    14 —